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DiCaprio y su peinado en Titanic provocan polémica en Afganistán

Escrito por radioondapopular
julio 27, 2025
DiCaprio y su peinado en Titanic provocan polémica en Afganistán

En 2001, Kabul fue escenario de una singular confrontación cultural que evidenció cómo incluso la moda podía convertirse en un acto de resistencia frente al régimen talibán. En ese año, al menos 22 barberos fueron arrestados por ofrecer cortes de cabello inspirados en la película Titanic, protagonizada por Leonardo DiCaprio, un estilo que el gobierno islámico consideraba una amenaza para su interpretación estricta del Islam.

Según reportes de ABC News, durante una semana, las autoridades detuvieron a varios barberos en la capital afgana por realizar peinados que reflejaban tendencias occidentales, en particular el corte que imitaba el peinado del actor en la famosa cinta. La policía religiosa, subordinada al Ministerio de Prevención del Vicio y Promoción de la Virtud, intensificó su control sobre símbolos de influencia occidental, patrullando los salones y repartiendo advertencias a los peluqueros para que no realizaran cortes considerados “extravagantes” o “extranjeros”.

Entre los estilos prohibidos se encontraba el famoso peinado de DiCaprio, caracterizado por un flequillo largo y nuca recortada. La campaña no solo incluía detenciones, sino también la emisión de cartas oficiales que alertaban a los barberos sobre la ilegalidad de ciertos cortes, como el estilo “Beatles”. La persecución se convirtió en una especie de represión cultural, en un contexto donde la circulación clandestina de copias de la película Titanic ayudó a que la moda se difundiera entre los jóvenes, quienes la veían como un símbolo de resistencia ante la opresión.

La justificación oficial del régimen talibán fue que estos peinados interferían en las prácticas religiosas, específicamente en la oración. Sin embargo, para muchos jóvenes, estas modas representaron mucho más que una tendencia: un acto de rebeldía frente a las estrictas imposiciones del régimen. La cultura pop, a través de copias piratas y productos de contrabando, logró mantenerse viva en Kabul, dejando una huella en la juventud urbana de la ciudad.

Este episodio refleja cómo la represión cultural, que incluyó la prohibición de música, cine y televisión, no logró erradicar por completo las expresiones de la cultura occidental, que persistían en formas clandestinas. La “LeoManía” se convirtió en un símbolo de resistencia silenciosa, demostrando que en medio de la censura, la juventud afgana encontraba maneras de conectar con el mundo exterior, aunque fuera de manera clandestina.

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