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El oscuro pasado de Ian Brady: su fascinación por los páramos y cómo alimentó sus asesinatos de menores

Escrito por radioondapopular
octubre 7, 2025
El oscuro pasado de Ian Brady: su fascinación por los páramos y cómo alimentó sus asesinatos de menores

El origen de Ian Brady y su fascinación por los páramos

Ian Brady, uno de los criminales más notorios de Gran Bretaña, tuvo un episodio en su infancia que marcaría su futuro. A los nueve años, durante una excursión escolar al lago Lomond, el segundo más grande de Escocia, quedó profundamente impresionado. En esa ocasión, mientras sus compañeros descansaban en el césped, Ian se alejó del grupo y ascendió hasta la cima de una colina cercana. Aunque los profesores lo buscaron insistentemente, el niño permaneció en silencio, mirando desde las alturas. Cuando fue reprendido por su maestra, su respuesta sorprendió a todos: «Porque me sentía fuerte y poderoso, como si fuera el dueño de todo».

Este incidente, ocurrido en la primavera de 1947, quedó en el olvido por años. Sin embargo, cuando Brady se convirtió en uno de los criminales más odiados del Reino Unido, esa maestra lo recordó claramente. La fascinación que sintió por los páramos —espacios abiertos y desolados que le otorgaban una sensación de poder— fue decisiva en su desarrollo y en los crímenes que perpetró más tarde. La sensación de control y dominio sobre su entorno que experimentaba en esos lugares fue un componente clave en su inclinación a la violencia y el asesinato.

Los crímenes y el contexto social

En 1965, la sociedad británica quedó impactada por una serie de asesinatos de niños y adolescentes cometidos por Ian Brady junto a su pareja, Myra Hindley. Los crímenes, que se extendieron a lo largo de dos años, se caracterizaron por su extrema crueldad y por el perfil de las víctimas, en su mayoría menores de edad. La pareja se inspiró en ideologías nazis, creencias en la superioridad racial de la raza aria y perversiones sexuales, que potenciaron sus acciones. Además, utilizaban los páramos de Saddleworth, en las afueras de Manchester, para deshacerse de los cuerpos en rituales macabros. La distancia entre los lugares donde enterraban a las víctimas y puntos de referencia se medía en pasos, en un intento por orientarse y volver a visitar los restos enterrados. Debido a estos detalles macabros, fueron apodados “los asesinos del páramo”.

Antes de estos crímenes, el Reino Unido ya conocía otros asesinos en serie, como Jack el Destripador en 1888, o John Christie, ejecutado en 1953 por el asesinato de al menos ocho mujeres. También estaba Peter Manuel, conocido como “la Bestia de Birkenshaw”, condenado a muerte en 1958 por siete homicidios. Sin embargo, los asesinatos de Brady y Hindley impactaron profundamente en la opinión pública. La brutalidad de sus actos y el modo en que actuaban generaron una ola de horror y repulsa que perdura en la memoria colectiva.

## Los primeros años y la formación del monstruo

Ian Brady nació el 2 de enero de 1938 en Glasgow, hijo de Margaret “Peggy” Stewart, una camarera soltera. La identidad del padre nunca se reveló, aunque Margaret afirmó que era un periodista de la ciudad que falleció meses antes del nacimiento de Ian. Incapaz de mantenerlo, Margaret entregó al bebé a una pareja llamada Mary y John Sloan, quienes le pusieron su apellido. Durante años, Margaret visitó a su hijo, quien creció creyendo que era su “tía Peggy”. Sin embargo, cuando Ian tenía 12 años, la verdad salió a la luz. La revelación provocó en él una reacción violenta, que se reflejó en ataques de rabia, autolesiones y conductas peligrosas, como matar y enterrar animales en su patio.

A pesar de su mal comportamiento, Brady era inteligente y pudo ingresar a la Academia Shawlands, una escuela para estudiantes con alto rendimiento académico. No obstante, fue expulsado o se fue a los 15 años, comenzando a trabajar en distintos empleos, primero como mensajero y luego en un astillero. Sus problemas con la ley comenzaron en esa época, con arrestos por allanamiento y amenazas con navaja hacia su pareja, Evelyn Grant. La violencia y el comportamiento problemático marcaron sus primeros años.

Su adolescencia y las influencias ideológicas

Al trasladarse a Manchester, Brady continuó con trabajos temporales y breves períodos en prisión por delitos diversos. En 1959, parecía haber estabilizado su vida al conseguir empleo en una empresa mayorista de productos químicos, Millwards Merchandising. Sus colegas lo describían como un joven tranquilo y puntual, aunque irascible. En su tiempo libre, paseaba en una moto Tiger Club y estudiaba alemán. Sus lecturas eran eclécticas: leyó Mi Lucha, de Adolf Hitler, y se fascinó con la biografía del marqués de Sade. Estas influencias alimentaron en él ideas extremas y pensamientos peligrosos, que compartía con Myra Hindley, con quien mantenía una relación en la empresa y que también jugaría un papel crucial en su historia criminal.

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