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Mako Nishimura, la primera mujer yakuza: de criminal a heroína que ayuda a exmiembros a reinsertarse

Escrito por radioondapopular
octubre 18, 2025
Mako Nishimura, la primera mujer yakuza: de criminal a heroína que ayuda a exmiembros a reinsertarse





La historia de Mako Nishimura, la primera mujer en la mafia japonesa yakuza

De criminal a defensora de la reinserción social

Las dos falanges que le faltan en el meñique revelan su pasado en el mundo criminal. Mako Nishimura es una de las pocas mujeres que han integrado la mafia yakuza en Japón, y en la actualidad dedica su vida a apoyar la reinserción de antiguos delincuentes en la sociedad.

Durante décadas, la red criminal de la yakuza ejerció un control significativo sobre actividades ilícitas como el narcotráfico, los casinos ilegales y el comercio sexual en Japón. Sin embargo, su poder se ha visto menguado en los últimos años debido a la disminución de sus miembros y a la implementación de leyes antimafia cada vez más estrictas.

El declive de la yakuza y la historia de Nishimura

El esfuerzo de las autoridades para reducir la presencia de la yakuza ha sido efectivo, y en 2023 se registró un récord histórico en la disminución de sus integrantes, que bajaron a menos de 20,000 por primera vez desde que se comenzaron a recopilar datos en 1958. Esta reducción se atribuye a una mayor vigilancia policial y a las leyes que dificultan sus operaciones.

Con 58 años, Nishimura, reconocida por sus tatuajes de dragones y tigres que cubren su cuerpo, ha transitado por el mundo brutal y jerárquico de la mafia japonesa durante más de 30 años. En sus palabras, sufrió el desprecio de sus rivales por ser mujer, lo cual la motivó a aprender a comportarse, hablar y pelear como un hombre para ser aceptada en ese entorno.

Un cambio radical y un nuevo propósito

Tras ser encarcelada a los 22 años por posesión de drogas, las autoridades la reconocieron oficialmente como la primera mujer yakuza. Sin embargo, Nishimura decidió abandonar ese camino. Actualmente, trabaja en obras de demolición, un sector donde sus tatuajes no representan un impedimento, y apoya a otros exmiembros de la mafia en su proceso de reinserción social.

Desde su base en Gifu, en el centro de Japón, lidera la sede de Gojinkai, una organización dedicada a ayudar a quienes desean dejar atrás la vida criminal. Entre sus colaboradores está Yuji Moriyama, un exmatón que participa en actividades comunitarias y que describe a Nishimura como una figura maternal que los guía y corrige cuando es necesario.

Para Nishimura, el compromiso de hacer el bien le ha brindado confianza y le ayuda a sentirse humana nuevamente. Su historia refleja la transformación de una mujer que logró superar su pasado para convertirse en una defensora de la rehabilitación y la esperanza.

Sus raíces y visión de futuro

Nishimura creció en una familia estricta y abandonó su hogar en la adolescencia, cayendo en la criminalidad. A los 20 años, ingresó en una importante organización yakuza, participando en peleas, extorsiones y tráfico de drogas. Incluso, llegó a cortarse un dedo en señal de penitencia, un acto ritual habitual en ese mundo.

Tras un período de vida familiar y estudios relacionados con la salud, fue expulsada por sus tatuajes. Volvió a sumergirse en el tráfico de drogas, pero con el tiempo fue readmitida en la mafia, aunque en condiciones de pobreza y pérdida de dignidad.

La presencia de la yakuza en Japón tuvo su auge en la posguerra, donde algunos las percibían como una fuerza que mantenía cierto orden en las calles. Sin embargo, las leyes actuales han reducido significativamente sus actividades. Nishimura, sorprendida al ver a su antiguo jefe en dificultades económicas, decidió alejarse definitivamente de ese mundo a los 50 años.

Hoy en día, se apoya en Satoru Takegaki, presidente de Gojinkai y exgánster, además de los beneficios obtenidos por su autobiografía, para sostener su labor social. Ella cree que la yakuza seguirá en decadencia y espera que desaparezcan por completo en el futuro cercano.


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