El Golfo de Suez continúa expandiéndose: nuevos hallazgos sobre su actividad tectónica

El Golfo de Suez, un rift fallido en constante movimiento

El Golfo de Suez, una falla geológica ubicada entre África y Asia, que había detenido su actividad tectónica y no logró convertirse en un océano, continúa siendo objeto de estudio. Nuevas investigaciones geológicas indican que esta entrada de mar sigue ensanchándose a un ritmo lento pero constante, desafiando las teorías previas que sostenían que el proceso se había detenido hace millones de años.

Investigaciones revelan que el proceso de rifting no se detuvo hace millones de años

El estudio publicado en Geophysical Research Letters, liderado por el geocientífico español David Fernández-Blanco del Instituto de Ciencias del Mar Profundo de la Academia China de Ciencias, sostiene que el proceso de separación de placas —responsable de la formación de nuevos océanos— no se detuvo hace cinco millones de años, como se creía anteriormente. En realidad, solo experimentó una ralentización.

El Golfo de Suez sigue abriéndose lentamente

Este cuerpo de agua, considerado un ejemplo clásico de un rift fallido, comenzó a formarse hace aproximadamente 28 millones de años. En ese momento, la placa arábiga empezó a separarse de la placa africana, pero no logró evolucionar hacia un océano completo.

Los análisis recientes muestran que la separación en el rift del Golfo de Suez actualmente es de aproximadamente 0,5 milímetros por año. Aunque esta tasa es muy baja, resulta comparable con la actividad tectónica de regiones como la cuenca de Basin and Range, entre Estados Unidos y México, donde la extensión de la corteza genera montañas y valles.

Una revisión del modelo tradicional de evolución tectónica

Fernández-Blanco explica que el modelo clásico de evolución tectónica resulta demasiado rígido. La visión binaria actual, que categoriza las dorsales oceánicas como aquellas que prosperan formando nuevas cuencas o que fracasan y permanecen inactivas, está siendo reevaluada. La evidencia sugiere que las dorsales pueden ralentizarse sin llegar a detenerse por completo, abriendo una vía intermedia en el proceso de formación de océanos.

Detalles del nuevo estudio sobre la extensión del rift

Para llegar a estas conclusiones, el equipo científico analizó una extensión de 300 kilómetros a lo largo del rift, evaluando el relieve, las fallas geológicas y la trayectoria de los ríos que han tallado la roca. Estos elementos mostraron signos claros de movimiento tectónico que no pueden explicarse únicamente por erosión.

Indicadores de actividad tectónica

Una de las evidencias más relevantes es la existencia de arrecifes de coral elevados hasta 18,5 metros sobre el nivel del mar. Estas formaciones, que surgieron durante períodos interglaciares cuando el nivel del mar era más alto, hoy se hallan desplazadas fuera de su posición original debido al levantamiento tectónico.

Asimismo, se han registrado pequeños sismos y desplazamientos del terreno en la zona, lo que refuerza la hipótesis de una actividad tectónica persistente. Además, se observa que el movimiento de placas se ha concentrado en la región del Mar Muerto, donde se está formando una nueva frontera entre África y Arabia.

Implicaciones y futuras investigaciones

Estos hallazgos sugieren que zonas como el Golfo de Suez podrían ser más propensas a sufrir terremotos devastadores de lo que se pensaba. También plantean la posibilidad de que otras fallas tectónicas, consideradas inactivas, requieran un nuevo análisis con tecnologías modernas para determinar si realmente han dejado de fracturarse.

Fernández-Blanco comenta: «Los cambios en las condiciones de los límites de las placas no necesariamente detienen la formación de grietas. Las fuerzas que impulsan la creación de fracturas son más persistentes y complejas de lo que indica el simple movimiento de placas».

Finalmente, el investigador concluye: «Podríamos descubrir que los sistemas tectónicos de la Tierra son más dinámicos y resistentes de lo que pensábamos». Esto abre nuevas perspectivas sobre la actividad geológica global y el comportamiento de las placas tectónicas en el futuro cercano.