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Nayib Bukele impulsa en El Salvador una reforma que elimina límites presidenciales y refuerza su poder, marcando una nueva era autoritaria

Escrito por radioondapopular
agosto 3, 2025
Nayib Bukele impulsa en El Salvador una reforma que elimina límites presidenciales y refuerza su poder, marcando una nueva era autoritaria





El Salvador avanza hacia un régimen autoritario bajo Bukele

El fortalecimiento de un gobierno cada vez más autoritario en El Salvador

Desde 2019, el presidente Nayib Bukele ha consolidado un poder sin precedentes en El Salvador, y el pasado 31 de julio marcó un nuevo paso en esa dirección. La aprobación en el Congreso —controlado por su partido, Nuevas Ideas— de una reforma constitucional que elimina la limitación de mandatos presidenciales y extiende el período presidencial de cinco a seis años, ha abierto una nueva etapa en la historia del país. Esto ha llevado a que muchos analistas consideren que El Salvador está ingresando en una fase claramente autoritaria, similar a otros regímenes que concentran todos los poderes en una sola figura.

La rapidez de la transformación política

La modificación constitucional se logró en cuestión de horas, gracias a una acción rápida de un diputado cercano a Bukele, quien incluyó la reforma en el orden del día con carácter de urgencia. La aprobación en la Asamblea se dio en medio de aplausos fingidos y una apariencia de consenso, pero en realidad reflejaba una decisión tomada en un corto período de tiempo. Este proceso evidencia cómo el régimen ha avanzado rápidamente en la consolidación de un control absoluto sobre las instituciones del Estado.

Historia y contexto del debilitamiento institucional

El Salvador, en 1983, había establecido una Constitución que garantizaba la separación de poderes, en un contexto de guerra civil. La firma de los Acuerdos de Paz en 1992 trajo la esperanza de una democratización real, con la reducción del papel del ejército y la creación de una policía civil. Sin embargo, estos avances nunca se consolidaron completamente. La corrupción endémica, las desigualdades sociales, la delincuencia y la desilusión con las élites políticas han abierto paso a soluciones autoritarias. Muchos ciudadanos, desesperados por la inseguridad y la impunidad, han confiado en líderes que prometen cambios rápidos y efectivos, incluso a costa de debilitarlos democráticos.

Una estrategia de concentración de poder

Desde que asumió en 2019, Bukele ha utilizado un aparato propagandístico potente y una popularidad masiva para desmantelar los contrapesos democráticos. En las elecciones de 2021, su partido logró una mayoría aplastante en el Congreso, con 56 de 84 escaños, lo que le permitió nombrar a los magistrados del Tribunal Supremo y aprobar presupuestos sin consenso. Poco después, en septiembre de ese mismo año, los nuevos jueces validaron la reelección presidencial, a pesar de que esta estaba claramente prohibida en la Constitución, que incluso sanciona esa práctica y prevé sanciones para quienes la propongan.

El camino hacia una dictadura personalizada

Con las fuerzas del Estado a su favor, Bukele anunció en febrero de 2024 su victoria en las elecciones presidenciales. En junio, en su investidura, pidió a sus seguidores lealtad al nuevo mandato. La reciente aprobación de la reforma constitucional solo refuerza su control absoluto. El país no ha cambiado formalmente el 31 de julio, pero Bukele ha mostrado claramente su intención de gobernar sin restricciones, asumiendo una posición cada vez más cercana a la de un autócrata vitalicio.

Este proceso refleja una erosión progresiva del Estado de derecho en El Salvador, donde las instituciones democráticas y la independencia judicial han sido socavadas en favor de un liderazgo autoritario. La historia reciente del país muestra cómo las promesas de democracia y justicia quedaron en el olvido, dejando un panorama sombrío para el futuro político de la nación.

*El autor es un periodista, redactor y analista político salvadoreño, radicado en Londres

(Artículo publicado originalmente en Le Grand Continent)


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