Por qué algunas personas se marean en autos, aviones o videojuegos

Un viaje en auto, un paseo en barco o una sesión de realidad virtual pueden convertirse en una experiencia incómoda para millones de personas que sufren mareo por movimiento. Este fenómeno, que provoca náuseas, sudoración, fatiga e incluso vómitos, afecta a personas de todas las edades en situaciones tan cotidianas como un trayecto en colectivo o tan recientes como el uso de videojuegos y vehículos eléctricos.

Según Christian Moro, profesor Asociado de Ciencia y Medicina, Universidad Bond y Felicity Smith, doctoranda en Fisiología, Universidad Bond, en una nota publicada en The Conversation, la ciencia avanzó en el estudio de sus causas, factores de riesgo y estrategias para aliviar los síntomas.

Conocido también como mareo por viaje, este malestar tiene antecedentes antiguos: ya en la Antigua Grecia, Hipócrates señalaba que el movimiento podía alterar el cuerpo. La palabra “náusea” proviene del griego naus, que significa “barco”, reflejando su relación original con la navegación. Hoy, sin embargo, los desencadenantes van mucho más allá del mar: aviones, autos, montañas rusas, realidad virtual y pantallas envolventes pueden generar el mismo efecto.

La explicación más aceptada se basa en una descoordinación sensorial. El cerebro espera recibir señales coherentes de los distintos sistemas del cuerpo. Cuando eso no sucede —por ejemplo, al leer en un auto en movimiento—, se produce una contradicción entre lo que se ve y lo que se siente, generando una respuesta de malestar.

El sistema vestibular, ubicado en el oído interno, cumple un rol clave. Regula el equilibrio y la orientación espacial. En situaciones de movimiento constante, como un viaje en auto o barco, este sistema puede enviar señales confusas al cerebro. El medio mencionó que personas con daño vestibular pueden ser inmunes al mareo, lo que refuerza su rol central en el fenómeno.

También intervienen las señales visuales. Si los ojos detectan quietud —como al mirar un libro o un teléfono— pero el cuerpo se desplaza, la contradicción sensorial se agrava. En el caso de la realidad virtual, el problema se invierte: los ojos perciben movimiento, pero el cuerpo permanece estático, lo que puede causar cibermareos.

Aunque cualquiera puede marearse, ciertos grupos presentan mayor vulnerabilidad. Las mujeres, por ejemplo, tienen más probabilidades de experimentar mareo por movimiento, en parte debido a fluctuaciones hormonales asociadas al embarazo o el ciclo menstrual.

La edad también es un factor: los niños entre seis y nueve años son los más afectados, aunque los síntomas tienden a disminuir en la adolescencia. En los adultos mayores, el mareo es menos frecuente. Además, personas con antecedentes de migrañas o vértigo tienen una mayor predisposición.

Otro factor relevante es el rol durante el viaje. Los conductores suelen marearse menos que los pasajeros, ya que anticipan los movimientos del vehículo. Los pasajeros, al no tener el control, están más expuestos a recibir señales inesperadas que confunden al cerebro.

La intensidad del mareo depende también del tipo de movimiento. Los más propensos a causar malestar son los movimientos lentos y de baja frecuencia, ya sean laterales o verticales. Por eso, las olas en el mar o las turbulencias en avión suelen ser desencadenantes frecuentes.

En los últimos años, se observó un nuevo fenómeno: algunos vehículos eléctricos parecen aumentar el riesgo de mareo. Los investigadores lo atribuyen a dos factores: las aceleraciones repentinas propias de este tipo de motor y la ausencia de ruido, que elimina señales auditivas que ayudan a anticipar el movimiento. La conducción autónoma intensifica este efecto: al ceder el control al vehículo, incluso el conductor se convierte en pasajero y puede marearse.

Lo mismo ocurre con los entornos digitales: los videojuegos y dispositivos de realidad virtual pueden generar una desconexión sensorial que desencadena síntomas similares, conocidos como cibermareos.

Si bien el mareo por movimiento puede ser persistente, existen estrategias prácticas para reducir su impacto. Los especialistas recomiendan:

• Evitar leer o usar el celular durante el viaje.
• Mirar un punto fijo, como el horizonte en el mar o el ala de un avión.
• Viajar en el asiento delantero o, si es posible, conducir.
• Evitar los desplazamientos durante el mal tiempo.
• Ventilar el espacio, practicar respiración consciente y escuchar música relajante.

En algunos casos, se pueden usar medicamentos de venta libre, como los antihistamínicos, pero siempre con asesoramiento médico, ya que pueden provocar somnolencia u otros efectos secundarios, Para situaciones más severas, existen medicamentos recetados y parches transdérmicos, que también deben ser indicados por profesionales.

Entre los remedios alternativos, el uso de jengibre o pulseras de presión en la muñeca es común, aunque la evidencia científica que respalda su eficacia sigue siendo limitada, según indica la publicación.

La exposición repetida al estímulo que provoca mareo puede reducir la susceptibilidad, en un proceso conocido como habituación. Antiguamente, los marineros experimentados eran menos propensos al mareo que los novatos, lo que sugiere que el cuerpo puede adaptarse con el tiempo.

Desde un enfoque evolutivo, el mareo por movimiento podría haber servido como una respuesta defensiva. Se observó en varias especies —incluidos humanos, peces, perros y caballos—, lo que sugiere un mecanismo común que podría haber ayudado a evitar entornos inestables o peligrosos.

Aunque el mareo por movimiento puede ser molesto y limitar ciertas actividades, comprender sus causas y conocer los factores de riesgo permite tomar decisiones para prevenirlo o manejarlo mejor. Con algunas precauciones simples, es posible disfrutar de los viajes —reales o virtuales— sin que el cuerpo se rebele.