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El iceberg A-23A, símbolo del cambio climático, se fragmenta aceleradamente en la Antártida y amenaza la navegación en el Atlántico Sur

Escrito por radioondapopular
agosto 4, 2025
El iceberg A-23A, símbolo del cambio climático, se fragmenta aceleradamente en la Antártida y amenaza la navegación en el Atlántico Sur





El iceberg A-23A en su fase final: una señal de alerta por el cambio climático

El coloso de hielo en su etapa de fragmentación acelerada

Después de casi cuarenta años desde su desprendimiento en la Antártida, el iceberg A-23A, considerado el más grande del planeta, está atravesando su fase final en las aguas cercanas a Georgia del Sur, en el Atlántico Sur. Este gigantesco bloque de hielo se desintegra a un ritmo sin precedentes, un proceso que ha sido documentado por diversas misiones satelitales internacionales.

Su fragmentación descontrolada representa un riesgo significativo para la navegación en la región y ha generado alertas en la comunidad científica, preocupada por el impacto en el delicado ecosistema de uno de los santuarios marinos más importantes del hemisferio sur. El destino del A-23A se ha convertido en un símbolo de los efectos del cambio climático en las regiones polares y su influencia en la criosfera.

Impacto ambiental y riesgos asociados

La pérdida de masa del iceberg ha sido acelerada por el desprendimiento de numerosos fragmentos, entre los que destacan los bloques A-23D y A-23E, con superficies de 160 y 72 kilómetros cuadrados, respectivamente. Alrededor del núcleo principal flotan miles de fragmentos de más de un kilómetro de longitud, lo que aumenta el peligro para las embarcaciones y la fauna marina local.

Los avances tecnológicos han sido cruciales para monitorear esta desintegración. Jan Lieser, del Bureau de Meteorología de Australia, resaltó la efectividad de los satélites de radar, capaces de captar imágenes en condiciones extremas, incluso en la noche polar o en presencia de densas capas de nubes. Además, organismos como la NASA, el U.S. National Ice Center (USNIC) y la European Space Agency (ESA) han confirmado que, entre marzo y mayo de 2025, el iceberg perdió más de 360 kilómetros cuadrados de superficie, equivalente a la extensión de la isla de Mallorca.

La trayectoria y las consecuencias de su fragmentación

El recorrido del A-23A comenzó en 1986, cuando se desprendió de la plataforma de hielo Filchner en la Antártida. Durante casi tres décadas permaneció varado en el mar de Weddell, encallado en el lecho oceánico. Sin embargo, en 2023, logró liberarse y empezó un lento desplazamiento hacia el norte, cruzando el conocido Pasaje de Drake, apodado el “cementerio de icebergs”.

Hacia finales de 2024, el iceberg arribó a Georgia del Sur y quedó varado tras chocar con un banco submarino, lo que aceleró su proceso de fragmentación. La desintegración masiva genera una considerable preocupación en la comunidad científica, ya que Georgia del Sur alberga importantes colonias de pingüinos rey, elefantes marinos, focas y albatros. La alteración del iceberg y el aumento del derretimiento afectan los patrones de alimentación de estas especies, que deben recorrer mayores distancias en busca de alimentos.

El impacto ecológico también incluye cambios en las condiciones oceánicas y en la biodiversidad de la región, con posibles efectos a largo plazo en la cadena alimentaria. La vigilancia satelital continúa siendo una herramienta esencial para seguir la evolución del iceberg y evaluar los riesgos presentes y futuros.

El iceberg A-23A, el más grande del mundo, inicia su desintegración tras casi 40 años en el Atlántico Sur
El iceberg A-23A, considerado el más grande del planeta, comienza a fragmentarse tras casi 40 años de deriva en el Atlántico Sur. Su colapso podría modificar la biodiversidad y las condiciones oceánicas en la región. (NASA EARTH OBSERVATORY)

Este proceso de fragmentación refleja claramente los efectos del cambio climático, que acelera el derretimiento de los polos y pone en riesgo ecosistemas enteros. La comunidad internacional continúa monitoreando la situación, consciente de que la desintegración del A-23A es un aviso claro sobre la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y proteger la criosfera global.


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