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Descubren el misterio de la extinción de los borofáginos, depredadores que dominaron América del Norte por 30 millones de años

Escrito por radioondapopular
agosto 4, 2025
Descubren el misterio de la extinción de los borofáginos, depredadores que dominaron América del Norte por 30 millones de años

Los borofáginos: depredadores prehistóricos que dominaron América del Norte por 30 millones de años

Durante más de 30 millones de años, un importante linaje de depredadores estuvo en la cima de las praderas y bosques de América del Norte: los borofáginos, conocidos popularmente como “perros tritura huesos”. Estos cánidos prehistóricos destacaron por tener mandíbulas excepcionalmente fuertes, capaces de fracturar huesos con una fuerza que no tiene igual en los carnívoros actuales del continente. Su desaparición, ocurrida hace aproximadamente 1,8 millones de años, sigue siendo un enigma para los paleontólogos y revela aspectos fundamentales sobre la evolución de la fauna norteamericana, según informa Smithsonian magazine.

Los borofáginos surgieron en el continente hace unos 34 millones de años. Sus antepasados eran caninos delgados, con un aspecto similar al de civetas. A lo largo de su historia, este grupo presentó una notable diversidad en tamaño y modo de vida. Algunas especies permanecieron pequeñas y omnívoras, similares a zorros o coyotes actuales, mientras que otras alcanzaron dimensiones considerables y se convirtieron en los principales depredadores de su entorno.

## La anatomía y la extinción de los borofáginos

El género Borophagus, cuyo nombre significa “comedor glotón”, tenía un tamaño comparable al de un coyote grande. En contraste, Epicyon fue el más grande de todos, con una altura superior a los 90 centímetros en la cruz y un peso que superaba los 136 kilogramos. Estas criaturas gigantes, con cráneos altos y hocicos cortos, tenían un aspecto que recordaba más a los felinos que a los lobos modernos.

Durante la mitad de la Era Cenozoica, estos depredadores dominaron en un entorno poblado por grandes mamíferos herbívoros como camellos, rinocerontes, caballos y elefantes, según detalla Smithsonian magazine. La característica distintiva de los borofáginos era su adaptación para triturar huesos, una capacidad que los diferenciaba claramente de otros carnívoros.

## La especialización en la trituración de huesos y su legado fósil

Expertos como Xiaoming Wang, del Museum of Natural History del Condado de Los Ángeles, destacan que “ningún carnívoro moderno en América del Norte puede triturar huesos como lo hacían los borofáginos”. Estos animales contaban con premolares en forma de pirámide para desgarrar carne y moler huesos, además de una estructura ósea en las extremidades que, según algunos estudios, se asemeja más a la de osos o tejones que a la de cánidos.

El hallazgo más revelador sobre su dieta ocurrió en 2018, cuando un equipo dirigido por Wang descubrió en rocas de hace aproximadamente seis millones de años una acumulación de coprolitos —excrementos fosilizados— que contenían fragmentos óseos. Este descubrimiento, publicado en Smithsonian magazine, confirmó que estos depredadores no solo consumían huesos con frecuencia, sino que también cazaban animales de entre 35 y 100 kilogramos, mucho mayores que ellos, similar a cómo un coyote actual cazaría ciervos mulos.

## La extinción y el misterio que rodea a los borofáginos

La razón exacta de su desaparición todavía se desconoce, pero se especula que cambios climáticos y la competencia con otros depredadores pudieron haber contribuido a su extinción. Los fósiles muestran que estos animales tenían una capacidad única para aprovechar recursos que otros carnívoros no podían procesar. La presencia de fragmentos óseos sin digerir en sus coprolitos indica que, a diferencia de las hienas, no podían digerir completamente los huesos, lo que sugiere un papel ecológico muy especializado en su tiempo.

En definitiva, los borofáginos representan un capítulo fascinante en la historia evolutiva de los depredadores en Norteamérica, cuya extinción marcó un cambio en las dinámicas de los ecosistemas del pasado y aún continúa siendo objeto de estudio para comprender mejor la historia natural del continente.

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