Beto Ortiz y Aldo Miyashiro enfrentan nuevos retos en el teatro: complicidad y transformación actoral

Renovada complicidad en escena: Beto Ortiz y Aldo Miyashiro debutan en el teatro

La estrecha relación profesional y personal que ambos periodistas y presentadores forjaron en televisión hace más de una década se ha trasladado ahora a los escenarios. Beto Ortiz y Aldo Miyashiro han unido esfuerzos para protagonizar la obra Un rato con él. La puesta en escena representa un desafío distinto para ambos, ya que se adentran en el mundo de la actuación, una disciplina que requiere de mucho más que improvisación.

Un proyecto nacido del deseo y la amistad

Lo que comenzó como una idea improvisada entre amigos, con la intención de crear algo juntos en el ámbito escénico, rápidamente se convirtió en un reto que demandó dedicación y esfuerzo. La obra surgió de una propuesta sencilla, pero su preparación implicó ensayos exhaustivos, lectura constante y análisis profundo del guion. Ortiz, acostumbrado a conducir programas de televisión, admite que el proceso de adaptarse a la actuación ha sido arduo, ya que tuvo que desaprender ciertos hábitos periodísticos para interpretar un personaje convincente y natural.

Por su parte, Miyashiro asumió un rol de guía y mentor, confiando en las capacidades de su amigo. Ambos destacan que la amistad que los une ha sido la base que ha permitido que este proyecto salga adelante. La complicidad que los caracteriza y la confianza mutua han sido fundamentales para afrontar los desafíos de la puesta en escena.

Una experiencia personal y profesional

En una entrevista con Infobae Perú, Ortiz confiesa que esta incursión en el teatro representa uno de sus sueños postergados. Aunque su experiencia en actuación es limitada, siempre tuvo el deseo de explorar esa faceta artística. Miyashiro, en cambio, ha asumido este reto con entusiasmo, convencido de que la amistad y el compromiso superan cualquier diferencia de estilos o gustos.

El proceso de preparación fue intenso. Ambos se reunían en la oficina de Miyashiro desde dos meses y medio antes del estreno, dedicando horas a la lectura del texto y a trabajar en la interpretación. Ortiz, que en su juventud había tomado algunos talleres de actuación, señala que fue un proceso de aprendizaje constante. Reconoce que tuvo que aprender a «desaprender» para poder interpretar con naturalidad y evitar caer en la teatralidad excesiva.

El esfuerzo y la pasión detrás del escenario

Ortiz describe que, aunque la adaptación al teatro ha sido trabajosa, también ha sido gratificante. La diferencia entre hacer televisión y actuar en vivo radica en la necesidad de transmitir autenticidad, permitiendo que las emociones fluyan y que los errores sean parte del acto. Miyashiro, en tanto, resalta que la obra no es sencilla: tiene mucho texto y requiere atravesar una variedad de emociones en cada función.

Este proyecto, que combina amistad, esfuerzo y pasión por el arte, demuestra cómo la relación personal puede potenciar la creatividad y llevar a logros que parecían inalcanzables. La función en el Teatro Julieta promete ser solo el comienzo de una nueva etapa en la carrera de estos reconocidos profesionales.