¡Alerta en Europa! Occidente se prepara con muros y fortificaciones ante la amenaza creciente de Rusia y Bielorrusia

Europa intensifica la construcción de barreras en sus fronteras con Rusia

En 1946, Winston Churchill afirmó que una «Cortina de Hierro» había descendido sobre Europa, extendiéndose desde Stettin, en el Báltico, hasta Trieste, en el Adriático. Sin embargo, en la actualidad, son las naciones occidentales las que están levantando nuevas barreras en sus fronteras.

Países europeos que colindan con Rusia y Bielorrusia han acelerado la construcción de fortificaciones para protegerse ante posibles agresiones. La tendencia responde a un incremento en las tensiones internacionales y a la percepción de que el marco de seguridad europeo, establecido tras la Guerra Fría, se está desintegrando. La expansión de la OTAN y las garantías militares de Estados Unidos han perdido eficacia, alimentando el temor a una escalada.

Finlandia, un ejemplo de fortalecimiento fronterizo

Finlandia, que comparte más de 1,300 kilómetros de frontera con Rusia, ha propuesto en 2023 la edificación de un muro a lo largo de aproximadamente el 15% de su frontera. El proyecto, con un coste estimado superior a 400 millones de dólares, busca concluirse en 2026. La iniciativa surge en parte tras la invasión rusa a Ucrania en 2022, pero también por el aumento en el número de rusos que huyen a Finlandia para evitar el servicio militar obligatorio.

El gobierno finlandés aprobó en julio de 2023 la construcción de vallas más resistentes y altas, sustituyendo las estructuras de madera diseñadas originalmente para contener ganado. Además, se han establecido ocho puestos fronterizos, incluyendo uno en el círculo polar ártico, y obstáculos mayores en el sur del país. Incluso en zonas remotas del noreste, donde antes cruzaban civiles para comprar alimentos, se han instalado defensas para evitar estos desplazamientos.

Otros países del norte y este europeo refuerzan sus fronteras

La tendencia no es exclusiva de Finlandia. En agosto de 2015, Estonia anunció la construcción de una valla en su frontera con Rusia, tras la anexión de Crimea en 2014. Para 2024, los países bálticos y Polonia han propuesto fortalecer aún más sus límites mediante la creación de un muro de aproximadamente 700 km de extensión, con un presupuesto superior a 2.000 millones de libras esterlinas.

Estas naciones temen que, en caso de un alto el fuego entre Ucrania y Rusia, Moscú podría redirigir su ejército hacia sus territorios. En respuesta, están implementando barreras físicas como zanjas antitanques, muros de hormigón, barricadas y campos minados. Lituania, por ejemplo, planea construir hasta 48 kilómetros de zanjas de recuperación y puentes adaptados para bombardeos.

Asimismo, los países bálticos están levantando más de 1,000 búnkeres, depósitos de municiones y refugios para proteger sus 600 millas de frontera. La intención es contar con defensas capaces de resistir ataques de artillería y otros armamentos pesados. En 2025, estos países también anunciaron su intención de abandonar tratados internacionales que prohíben minas antipersona y bombas de racimo, incrementando así sus medidas de defensa.

La tendencia de fortificación en Europa refleja un clima de creciente inseguridad, ante la percepción de que las tensiones en la región podrían intensificarse en los próximos años. La construcción de barreras físicas y la modernización de las defensas fronterizas marcan un giro estratégico en la política de seguridad europea, en un contexto de incertidumbre geopolítica.