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El fatídico verano del 69: Asesinato de Sharon Tate y sus amigos en Cielo Drive marcaron un antes y después en Hollywood

Escrito por radioondapopular
agosto 9, 2025
El fatídico verano del 69: Asesinato de Sharon Tate y sus amigos en Cielo Drive marcaron un antes y después en Hollywood





Los asesinatos en Cielo Drive y la historia de Charles Manson

El trágico suceso en Cielo Drive en 1969

Durante el verano de 1969, Estados Unidos vivía un período de gran agitación social y cultural. La era del “verano del amor” se caracterizaba por el auge del sexo, las drogas y el rock, mientras en las principales ciudades crecían las protestas contra la guerra de Vietnam. Aunque el presidente Richard Nixon comenzaba a reducir la presencia militar en Asia, todavía enviaba asesores y armas a las fuerzas surVietnamitas. En Los Ángeles, agosto empezó con un ambiente festivo que pronto se vio truncado por una serie de horrores que marcarían la historia criminal del país.

La noche del 9 de agosto de 1969

Poco después de la medianoche, un grupo de jóvenes ingresó a la mansión ubicada en el 10066 de Cielo Drive, en Beverly Hills. Tras cortar las líneas telefónicas, redujeron a sus ocupantes: Sharon Tate, esposa del director de cine Roman Polanski y embarazada de ocho meses; Jay Sebring, famoso peluquero de celebridades; Voytek Frykowsky, guionista; Abigail Folger, heredera de la fortuna cafetera, y Steven Parent, visitante ocasional. Sin mediar palabra, los ataron y comenzaron a asesinarlos.

Sharon Tate suplicó por su vida, rogando que la dejaran nacer a su hijo y después matarla. Sin embargo, los atacantes no mostraron compasión: la apuñalaron 16 veces. Cuando la policía llegó, encontró los cuerpos mutilados de Tate, Sebring, Frykowsky, Folger y Parent. En las paredes, escritos en sangre decían “Piggies” (“Cerditos”) y “Helter Skelter”, referencias a canciones del álbum blanco de Los Beatles, que se convertirían en símbolos de la violencia y el caos instaurados esa noche.

Los autores y las motivaciones

Los responsables de la masacre huyeron sin ser identificados de inmediato. Con el tiempo, se supo que eran miembros de la secta liderada por Charles Manson: Tex Watson, Patricia Krenwinkel, Susan Atkins y Leslie Van Houten. Todos respondían a las órdenes de Manson, un joven con antecedentes criminales y aspiraciones musicales, que no participó directamente en los asesinatos pero los había orquestado. La motivación de Manson estaba relacionada con su obsesión por el productor discográfico Terry Melcher, quien anteriormente había vivido en esa misma casa y rechazado grabar los temas de Manson, lo que le provocó una profunda venganza.

Charles Manson en su comparecencia ante el tribunal

La noche del 10 de agosto y la segunda masacre

Después de la primera masacre, Manson consideró que sus seguidores habían sido demasiado desordenados y les ordenó volver a matar para dejar un mensaje aún más contundente. La madrugada siguiente, ingresaron a la casa del 3301 de Waverly Drive, donde vivía Leno LaBianca y su esposa Rosemary. Manson entró en la propiedad y despertó a la pareja, atándolos y cubriéndolos con fundas de almohada. Luego, ordenó a sus seguidores que ejecutaran la orden de asesinarlos.

Las víctimas fueron apuñaladas de manera brutal: Leno recibió 12 heridas, mientras que Rosemary fue atacada 41 veces. Antes de acabar con ella, Watson le grabó en el abdomen la palabra “War” (“Guerra”). Los asesinos dejaron mensajes escritos en sangre en las paredes, incluyendo “Muerte a los cerdos”. La violencia y el simbolismo en estos crímenes reflejaban la influencia de Manson y su visión apocalíptica, que pretendía desatar un caos similar al que él imaginaba en la sociedad.

Roman Polanski y Sharon Tate en Londres, 1969

El legado de un crimen que estremeció a EE. UU.

Estos asesinatos se convirtieron en uno de los crímenes más notorios de la historia moderna de Estados Unidos, generando una ola de miedo y curiosidad en todo el mundo. La figura de Charles Manson y sus seguidores permanecen como símbolos de la contracultura de los años 60, pero también como recordatorio de los extremos a los que puede llegar la manipulación y la locura colectiva. Manson fue condenado por conspiración y asesinato, y pasó el resto de su vida en prisión, donde falleció en 2017.

El caso de Sharon Tate y sus amigos todavía conmueve a la sociedad, que recuerda aquel verano como un momento de paz que fue brutalmente interrumpido por la violencia y el fanatismo. La historia continúa siendo un recordatorio de la fragilidad de la paz social y la peligrosidad de las sectas y líderes carismáticos que alimentan el odio y la violencia.


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