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El misterioso “Carnicero Panadero” de Alaska: asesinó a 17 mujeres en una doble vida de terror y engaño

Escrito por radioondapopular
agosto 22, 2025
El misterioso “Carnicero Panadero” de Alaska: asesinó a 17 mujeres en una doble vida de terror y engaño





El horror del “Carnicero Panadero” de Alaska: un asesino en serie que aterrorizó durante 12 años

El aterrador perfil del “Carnicero Panadero” de Alaska

Durante más de una década, Alaska vivió bajo la sombra del terror provocado por Robert Hansen, un hombre que, en apariencia, era un respetable propietario de una panadería y un padre de familia. Sin embargo, en secreto, se convirtió en un asesino en serie que eliminó al menos a 17 mujeres en un período que abarcó desde 1972 hasta 1983. Hansen cazaba a sus víctimas en los bosques remotos de Anchorage, asemejándose a un depredador en plena naturaleza, y su historia fue descubierta cuando una adolescente de 17 años logró escapar de sus garras y proporcionó pruebas que llevaron a su captura, según reporta la revista People.

Contexto social y antecedentes criminales

El crimen de Hansen ocurrió en una época en la que Alaska experimentaba un auge petrolero que atraía a numerosos trabajadores y generaba un ambiente propicio para la proliferación de delitos. La mayoría de sus víctimas eran mujeres vulnerables, como trabajadoras sexuales y adolescentes, que pasaban desapercibidas ante las autoridades, señala la cadena NBC. Hansen, nacido en 1939 en Iowa, había enfrentado desde su adolescencia problemas sociales relacionados con su tartamudez y severo acné facial. En sus propias palabras, confesó a la policía sentirse «muy frustrado» porque veía a sus amigos salir en citas, mientras él luchaba por acercarse a las chicas debido a las cicatrices en su rostro.

Sus primeros crímenes y vida en Anchorage

En 1967, Hansen se mudó junto a su esposa Darla y sus hijos a Anchorage, donde abrió una panadería que, con el tiempo, sería su fachada perfecta para ocultar su verdadera naturaleza. Pese a su aparente amabilidad y cercanía, su historial criminal era alarmante. En 1960, ya había incendiado un autobús escolar en Pocahontas, Iowa, por lo que pasó 20 meses en prisión. Posteriormente, fue diagnosticado con depresión maníaca y episodios esquizofrénicos. En Alaska, fue arrestado en dos ocasiones en 1971 por secuestro y tentativa de violación, además de agresión a una trabajadora sexual. Sin embargo, solo cumplió seis meses de una sentencia de cinco años, lo que evidenció las fallas del sistema judicial de la época.

El modus operandi del «Carnicero Panadero»

Hansen desarrolló un patrón de conducta aterrador que combinaba su pasión por la caza con sus impulsos criminales. Secuestraba a mujeres jóvenes, en su mayoría adolescentes o trabajadoras sexuales, y las llevaba a áreas remotas en su vehículo o en su avioneta privada, para lo cual había obtenido licencia de piloto. En los bosques, las liberaba y las perseguía como si fueran animales, violándolas y, finalmente, asesinándolas. Sus víctimas, cuyas edades oscilaban entre los 16 y 41 años, incluían nombres como Celia van Zanten, Mary Kathleen Thill y Joanna Messina, entre muchas otras cuyos casos permanecieron en la sombra durante años.

Según la publicación People, aunque Hansen confesó haber matado a 17 mujeres, las investigaciones sugieren que pudo haber violado o agredido a más de 30 durante su reinado de terror. La falta de registros y la poca atención social en esa época facilitaron que sus crímenes pasaran desapercibidos por más de una década.

El contexto social y la impunidad

El entorno social de Anchorage en los años 70 favoreció la impunidad de Hansen. La construcción del oleoducto trans-Alaska había transformado la área en un centro de actividad intensa, lleno de trabajadores, traficantes y mujeres vulnerables. El fiscal Frank Rothschild, encargado del caso, explicó que muchas de las víctimas de Hansen “apenas fueron extrañadas”, ya que no tenían vínculos familiares fuertes, lo que dificultó su búsqueda y la investigación oficial en esos años.

La historia de Hansen es un recordatorio de cómo las apariencias pueden ocultar una realidad oscura y peligrosa, y expone las fallas en los sistemas de protección y justicia que permitieron que sus crímenes se prolongaran por tanto tiempo.


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