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Gabriel García Moreno: El presidente que enfrentó y derrotó cuatro golpes de Estado antes de su magnicidio en Quito

Escrito por radioondapopular
agosto 10, 2025
Gabriel García Moreno: El presidente que enfrentó y derrotó cuatro golpes de Estado antes de su magnicidio en Quito

Gabriel García Moreno y su legado en la historia ecuatoriana

El 6 de agosto de 1875, el corazón del centro histórico de Quito fue testigo de un atentado que marcaría la historia del Ecuador para siempre. Mientras el presidente Gabriel García Moreno caminaba hacia el Palacio de Carondelet tras asistir a misa, un grupo de opositores liberales emboscados entre las columnas del edificio lo atacó con disparos y machetazos. El ataque fue liderado por Faustino Rayo, quien asestó el primer golpe con un machete, seguido por otros cómplices que dispararon con revólveres a quemarropa.

García Moreno, gravemente herido, intentó defenderse con su bastón mientras sus agresores le gritaban: “¡Muere tirano, muere jesuita!”. Según testigos, en su agonía, el mandatario alcanzó a exclamar con un espíritu desafiante: “¡Dios no muere!”. Con sangre cubriendo su cuerpo, cayó en las escalinatas del palacio y fue trasladado a la cercana Catedral Metropolitana, donde falleció junto al altar de la Virgen de los Dolores.

Un líder polémico en un país en crisis

Gabriel García Moreno había dominado la escena política de Ecuador durante casi veinte años, dejando un legado que combina su papel de salvador de la nación y un carácter autoritario. Nacido en 1821 en Guayaquil, vivió en una época marcada por guerras civiles y gobiernos cortos. Tras la independencia de Ecuador de España y su separación de la Gran Colombia, la nación atravesó décadas de inestabilidad y caudillismo militar.

En 1859, el país se fragmentó en cuatro regiones autónomas mientras enfrentaba una invasión peruana. En medio de esta crisis, emergió García Moreno, quien con solo 38 años, asumió el liderazgo con la intención de unir y salvar a su país. En alianza con su antiguo enemigo, el general Juan José Flores, logró reconquistar ciudades rebeldes y resistir las amenazas extranjeras. En 1861, fue investido presidente constitucional y comenzó una etapa de reconstrucción nacional basada en la estabilidad y el orden.

Modernización y reformas bajo su mandato

Durante su primer mandato (1861-1865), García Moreno sentó las bases del Estado ecuatoriano moderno. Restableció el orden público, derrotó a caudillos locales y defendió las fronteras frente a Perú y Colombia. Además, promovió la educación y la ciencia, fundando instituciones como la Academia Ecuatoriana de la Lengua, la Escuela Politécnica Nacional y el Observatorio Astronómico de Quito. Su gobierno también impulsó obras de infraestructura, incluyendo caminos que conectaron la Sierra andina con la Costa del Pacífico, facilitando la integración del país.

Sus reformas administrativas y fiscales, junto con la introducción del sufragio universal masculino, marcaron un avance significativo hacia una democracia más participativa. Muchos historiadores consideran a García Moreno un modernizador y un constructor del Estado ecuatoriano, ya que logró estabilizar y progresar un país sumido en años de caos.

El lado conservador y autoritario de García Moreno

Sin embargo, su visión de orden también se tradujo en un gobierno con mano dura. Como ferviente católico y conservador, firmó en 1862 un concordato con la Santa Sede que estableció al catolicismo como religión oficial, prohibiendo sociedades secretas como la masonería. En 1873, ordenó que el país se consagrara al Sagrado Corazón de Jesús en un acto simbólico de devoción nacional.

Bajo su mando, la influencia de la Iglesia en la educación y la política se fortaleció, y García Moreno concentró poder, eliminando cualquier disidencia que pudiera poner en riesgo su proyecto. Suspendió libertades de prensa, persiguió opositores y, en algunos casos, ordenó fusilamientos de quienes atentaron contra su autoridad. Su Constitución de 1869, conocida como la “Carta Negra”, consolidó un régimen autoritario, que algunos críticos calificaron de dictadura teocrática, gobernando “a sangre y fuego” en nombre de Dios.

El legado de García Moreno sigue siendo motivo de debate en la historia ecuatoriana, por su papel en la modernización del país y su autoritarismo. Su muerte en 1875 marcó el fin de una era y abrió un capítulo diferente en la política nacional.

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