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¡Increíble! Científicos descubren un misterioso «latido» que recorre la Tierra cada 26 segundos desde el Golfo de Guinea — ¿Volcanes, olas oceánicas o una señal desconocida que desafía la geofísica?

Escrito por radioondapopular
agosto 27, 2025
¡Increíble! Científicos descubren un misterioso «latido» que recorre la Tierra cada 26 segundos desde el Golfo de Guinea — ¿Volcanes, olas oceánicas o una señal desconocida que desafía la geofísica?

El misterio del pulso sísmico que recorre el planeta

Cada 26 segundos, la Tierra emite un sordo latido, una vibración que atraviesa continentes y océanos con una regularidad que desconcierta a la comunidad científica. Este fenómeno no es un simple ruido de fondo ni una manifestación meteorológica; se trata de un microsismo persistente que, durante más de seis décadas, ha sido detectado por estaciones sísmicas en todo el mundo. Sin embargo, su origen exacto y las causas que lo generan siguen siendo un enigma.

El epicentro en el Golfo de Guinea y las teorías en torno a su origen

El punto de origen de este pulso se ubica en el Golfo de Guinea, frente a la costa occidental africana. Allí, la señal aparece como una vibración constante, monocorde y potente, que desafía cualquier explicación sencilla. La estabilidad de la señal y su intensidad han llevado a los científicos a sospechar que no es un fenómeno aleatorio, sino que responde a procesos geofísicos aún no completamente comprendidos.

Las hipótesis sobre su origen varían, desde la interacción de olas oceánicas que golpean la plataforma continental africana, hasta procesos volcánicos o magmáticos en el subsuelo del Atlántico. Hasta el momento, ninguna teoría ha logrado ofrecer una explicación definitiva, lo que mantiene vivo el interés por entender este fenómeno que recorre el planeta, multiplicando las interrogantes y desafiando la geofísica convencional.

Descubrimiento y primeras investigaciones

El fenómeno fue detectado por primera vez en la década de 1960 por Jack Oliver, geólogo del Observatorio Geológico Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia. Al revisar registros en distintas estaciones, Oliver notó que la señal tenía una frecuencia estable y una periodicidad tan marcada que sobresalía incluso en instrumentos poco sofisticados. Publicó sus hallazgos en 1962 en el Bulletin of the Seismological Society of America.

Oliver describió esta vibración como «una tormenta mundial de microsismos con periodos de unos 26 segundos». La señal persistió durante días y se propagó globalmente, comportamiento muy distinto al de los microsismos habituales, que suelen ser breves y caóticos. La claridad de la señal permitió descartar explicaciones simples, como efectos atmosféricos o fallos en los equipos de medición.

Hipótesis y testimonios de la comunidad marítima

Desde el inicio, Oliver propuso dos hipótesis principales: una señalaba a olas oceánicas de gran longitud que impactaban la plataforma continental en el Golfo de Guinea, generando ondas Rayleigh, y la otra, a procesos magmáticos en el subsuelo del Atlántico sur. Ambos escenarios resaltaban la interacción entre la dinámica del mar y la geología como posibles causas del fenómeno.

Décadas después, medios especializados como Discover y Popular Mechanics retomaron la noticia, describiendo el pulso como un «pitido sísmico regular» que ha permanecido activo durante más de sesenta años. A pesar de los avances tecnológicos, la comunidad científica aún no ha logrado explicar por completo su origen, lo que mantiene vivo el debate sobre su verdadera naturaleza.

Registros actuales y evidencia en el Atlántico

Con el paso del tiempo, se confirmó que los registros sísmicos provenientes de África, Europa y América apuntan a una región específica del Atlántico, cercana a la bahía de Bonny y la isla de Santo Tomé. Desde allí, cada 26 segundos, se detectan las ondas Rayleigh que recorren el planeta, formando un patrón persistente en los datos sísmicos globales.

En 1963, Oliver reforzó la hipótesis con testimonios de marinos y capitanes que navegaban por la zona durante la ocurrencia del pulso. Describieron oleajes inusualmente fuertes, olas que superaban muros portuarios en Ghana y Nigeria, y daños en embarcaciones amarradas en los puertos. Por ejemplo, el capitán del African Moon reportó averías en su barco debido a la fuerza del mar, que agitaba con tanta intensidad que las amarras se rompían incluso en zonas protegidas.

Estos relatos respaldan la idea de que olas largas, originadas en tormentas lejanas en el Atlántico sur, viajan miles de kilómetros y generan este pulso sísmico tan peculiar y persistente en todo el mundo.

El enigma de este microsismo sigue abierto, y su estudio continúa siendo un desafío para la comunidad científica, que busca comprender las fuerzas que actúan en el corazón del océano y su interacción con el interior de la Tierra.

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