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Joven botánico británico secuestrado durante nueve meses en la selva entre Panamá y Colombia mientras buscaba orquídeas inéditas

Escrito por radioondapopular
agosto 9, 2025
Joven botánico británico secuestrado durante nueve meses en la selva entre Panamá y Colombia mientras buscaba orquídeas inéditas

El secuestro de Tom Hart Dyke en la selva entre Panamá y Colombia

Con solo 22 años, Tom Hart Dyke soñaba con descubrir una orquídea aún no catalogada y ponerle el nombre de su abuela. Sin embargo, esa pasión por la botánica lo llevó a vivir una experiencia que cambiaría su vida para siempre. En el año 2000, junto a Paul Winder, un banquero de 29 años, se internaron en las selvas que separan Panamá y Colombia. Ambos conocían los peligros: animales salvajes, traficantes y grupos insurgentes en medio de la guerra civil colombiana. A pesar de las advertencias del gobierno británico, decidieron partir sin mapas, motivados por su pasión por las plantas y la aventura.

Una travesía arriesgada que casi termina en tragedia

Durante los primeros días en la selva, quedaron maravillados por la belleza del follaje y la biodiversidad tropical. Relataron en una entrevista con la BBC que avanzaban confiados, a pesar de las condiciones hostiles y la escasez de recursos. Hart Dyke recuerda que el entorno era «intimidante y hermoso, sin nadie a la vista». En su camino, rechazaron ayuda de guías hasta que, cerca de la frontera con Colombia, encontraron a Carlos y a su amigo, quienes se ofrecieron como guías y se volvieron esenciales cuando las condiciones se complicaron.

El interés por las orquídeas fue su principal motivación, incluso en medio del peligro. «Las orquídeas colgando de los árboles nos distraían de las amenazas», confesó Hart Dyke. Sin embargo, esa ilusión se rompió el 16 de marzo, cuando fueron abordados por tres jóvenes armados con rifles M16 y AK-47, quienes los redujeron junto a sus guías, marcando el inicio de nueve meses de cautiverio en manos de la guerrilla.

Supervivencia en condiciones extremas

El secuestro fue una prueba de resistencia y resiliencia. Los captores inicialmente pidieron cinco millones de dólares por cada uno, aunque esas demandas nunca se concretaron. Durante su cautiverio, las condiciones fluctuaron entre cuidados básicos y momentos de peligro extremo. Winder recibió antibióticos para una infección en su pie, y ambos bromearon sobre cómo ganaron peso con su dieta de carne y bananas. Sin embargo, el esfuerzo físico, el clima y el estrés comenzaron a desgastarlos.

El interés científico de Hart Dyke se mantuvo vivo incluso en esas circunstancias. Durante las patrullas armadas, lograba traer plantas al campamento y crear jardines de orquídeas en cautiverio, convencido de que muchas de esas especies eran desconocidas para la ciencia. La paciencia de sus captores se agotó, prohibiéndole dedicar más tiempo a sus plantas. La convivencia con los guerrilleros fue impredecible: en algunos momentos lograron una relativa cordialidad, en otros, enfrentaron amenazas y amenazas de muerte.

La esperanza y la lucha por la supervivencia

En uno de los momentos más duros, fueron informados de que serían ejecutados, y los separaron en chozas diferentes. Para Hart Dyke, esa experiencia fue un punto de quiebre, donde se aferró a la idea de crear un jardín propio algún día. «Fue una fantasía que me ayudó a mantener la cordura y, en última instancia, a salvarme», confesó.

Tras semanas de traslados forzados, los guerrilleros finalmente les permitieron marcharse, devolviéndoles sus pertenencias y entregándoles un cheque por 1.500 dólares en el caso de Winder. Sin embargo, la pesadilla no terminó allí. Otra facción armada los detuvo, y tras explicarles su situación, los dejaron libres. La mala elección de ruta los llevó a quedar atrapados en un pantano, agotados física y mentalmente, en un ciclo de amenazas y capturas que solo concluyó tras una serie de complicadas negociaciones.

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