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¿Dos presidentes para Venezuela?

Escrito por
11 de enero de 2025
¿Dos presidentes para Venezuela?
Nicolás Maduro y Edmundo González
Nicolás Maduro y Edmundo González Urrutia

¿Serán dos presidentes el escenario que nos deja lo vivido este 10 de enero, el día que según la Constitución debía jurar el nuevo mandatario? Como ganador de las elecciones del 28 de julio Edmundo González es el legítimo, y como perdedor Nicolás Maduro es el ilegitimo, lo que lo hace solo un usurpador, un “okupa” ilegal que basa su accionar en la fuerza y no en la ley.

¿Repetirá Venezuela lo que vivió con Juan Guaidó a partir del 5 de enero del 2019 y que no dio los resultados esperados? Se proclamó como presidente interino o encargado, aparecieron dos parlamentos y dos tribunales supremos, pero no se pudo evitar que Maduro se fortaleciera desde el poder, perdiendo Guadió presencia y relevancia. Sin embargo, la diferencia con los días que se viven es el triunfo en las urnas que no ha podido ser ocultado o desmentido, pero al que todavía le falta estirar el ámbito de lo posible frente al régimen.

Este 10 de enero Maduro adelantó la ceremonia y se juramentó con la presencia de Diaz-Canel de Cuba y Ortega de Nicaragua, los únicos jefes de Estado que asistieron, por cierto, sin mostrar las actas de votación que tanto le han sido solicitadas. Desde el punto de vista legal, lo suyo constituye técnicamente un Golpe de Estado, ya que juró un cargo que no le correspondía alterando la voluntad popular y violando la propia constitución que se había comprometido a respetar. EE. UU. subió el monto de la recompensa por su detención a 25 millones de dólares (misma cantidad para Diosdado Cabello), ambos por narcotráfico y la Unión Europea sancionó a un grupo de nuevos funcionarios. Sin embargo, es más de lo mismo, y realmente no se espera que cambie nada.

Por su parte, María Corina Machado explicó sus sentimientos ante su detención del día anterior, lo que es una evidencia más de su valentía cómo también anuncia una nueva escalada, ya que con anterioridad el régimen no había recurrido a ese tipo de acciones contra ella y justificó la ausencia de Edmundo González, diciendo que llegará cuando sea el momento, probablemente por razones de seguridad. Queda por saber quién ordenó su detención y quien su liberación, clave para saber si hay una sola voz de mando o estamos presenciando actitudes distintas al interior de la cúpula chavista, clave para entender la forma que puede adquirir una negociación, si ello es posible.

El líder opositor venezolano Edmundo
El líder opositor venezolano Edmundo González. REUTERS/Erika Santelices – RC2G6CA72VS9

Aunque el régimen todavía está en la negación, desde el 28 de julio se vive una transición a la venezolana, y como toda transición tiene semejanzas con otras anteriores como también elementos propios y originales, como lo es el hecho de tener dos cabezas en las personas de María Corina Machado y Edmundo González. Sin duda, para que se dé el mejor resultado posible ante un régimen que se ha atrincherado y militarizado, al que no le importa aislarse cual Albania de la guerra fría, se sigue necesitando mucho apoyo, dentro y fuera de Venezuela, y como el apoyo interno se demostró en la inmensa votación recibida en las elecciones que ganó, aunque no tiene como enfrentar la violencia del régimen mientras que en lo externo, la comunidad internacional no ha aplicado la presión debida, ya que de hecho han sido pocos los países que lo reconocen como el presidente de Venezuela.

Con el zarpazo de Maduro no sabemos si va a originar un nuevo movimiento migratorio, que probablemente no va a encontrar facilidades ni en Estados Unidos ni en América Latina. El tema es relevante, ya que en lo internacional, el gran desafío es sacudir la modorra o quizás cansancio frente a Caracas, y al no poder cubrir todo el mundo, las esperanzas están cifradas en un gobierno que aparece como favorable, el de Donald Trump que se inicia el próximo 20 de enero. ¿Se justifica cuando Trump ha dicho una y otra vez que no habrá intervenciones militares, ya que llega a ponerles fin y no a iniciar nuevas? De hecho, más que ser un gobierno totalmente nuevo, será más bien la segunda etapa, pero sin duda las decisiones que se tomen para Venezuela pueden definir su legado hacia América Latina.

Por cierto, que será diferente al de Biden, pero eso se puede decir prácticamente de toda área de gobierno o de toma de decisiones. Al respecto, es indudable que con Trump en la Casa Blanca y con Marco Rubio en la secretaria de Estado, no van a haber funcionarios intermedios como Juan González, que como encargado para América Latina de la Casa Blanca, hizo todo lo posible para que se negociara con Maduro en vez de buscar la democracia.

Además, no debe escapar a Washington que Cuba y Venezuela están más unidas de lo que habitualmente presenta la gran prensa en inglés en EEUU, que ha sido virtualmente ocupada por Cuba, de tal modo que no solo los servicios de inteligencia tienen mucho control sino que las decisiones estratégicas se toman en La Habana desde Chávez, tanto que probablemente allí se definió la actual estrategia de represión y atrincheramiento, y que figuraran prominentemente los colectivos a sueldo y no solo las fuerzas armadas y policiales.

Los dictadores de Venezuela, Nicolás
Los dictadores de Venezuela, Nicolás Maduro, Nicaragua, Daniel Ortega y Cuba, Miguel Díaz-Canel. Zurimar Campos/Palacio de Miraflores/Folleto vía REUTERS

Lo de Cuba en Venezuela tiene instancias de traición a la patria como también recuerda a la quinta columna noruega de la segunda guerra mundial. Por lo mismo, una pregunta básica cuya respuesta también incluye a la comunidad internacional: ¿Cómo se puede liberar Venezuela con la dictadura cubana instalada allí? siendo una consecuencia relevante otra pregunta: si el Palacio de Miraflores sabe que no habrá intervención militar ¿en qué consistiría la “máxima presión” de la que se habla? en un contexto donde no habría en el Congreso, un consenso entre republicanos y demócratas.

Sin embargo, lo que no cambia es que EEUU es indispensable, en el sentido que es el único que puede convencer, con una combinación de zanahoria y garrote, a la dictadura que debe haber una salida limpia y, por lo tanto, negociar, y cualquiera sea la salida, la oposición democrática debe asegurarse que va a tener algún poder, o al menos, cuotas de este, que, por ejemplo, permitan vetar sorpresas de última hora como podría ser una verdadera piñata para repartir entre los amigos del régimen, empresas productivas y medios de comunicación, como de hecho, ha ocurrido en las transiciones de otros países.

Si no es una intervención militar, ¿qué es lo que se puede razonablemente esperar de la Casa Blanca? Es decir, no lo que se ha hecho hasta ahora y ni siquiera lo que se hizo con la Cuba castrista hasta el día de hoy, es decir, que exista una presión de verdad en la forma de un embargo y sanciones fuertes, parecidas a las sufridas por el apartheid en Sudáfrica y que los convenció de una negociación. Y de la mano de Mandela, el resto es historia.

Un problema es la prensa internacional, que en inglés en el formato de la CNN o la BBC no tiene una actitud de condena total, sino que solo se limita a informar del problema del conteo de votos y de la actitud de asumir un cargo sin legitimidad alguna, como por lo demás hay otros en la cobertura noticiosa. No da una idea de que es una narcodictadura, cuan profunda es la represión y cuan sistemática es la violación de derechos humanos, lo que indudablemente influye en el desinterés de muchos responsables de países europeos y en un sector de EE. UU. para entender el nivel de perversidad de la dictadura de Maduro, por lo que en relación con la gravedad de la violencia represiva y de los secuestros como chantaje, no se ve que la presión internacional sea al nivel que se necesita.

La verdad es que la actitud de la Corte Penal Internacional, dado el volumen de pruebas aportadas y el tiempo transcurrido es una vergüenza, y además una actitud corrupta si se ve la velocidad con la que han actuado en otros casos, donde ni siquiera los países afectados la habían reconocido, y, por lo tanto, no eran parte ni del Tratado ni de la institución, por lo que en estricto rigor no podían haber hecho lo que hicieron, por no tener jurisdicción.

La líder opositora venezolana María
La líder opositora venezolana María Corina Machado habla ante sus seguidores durante una protesta contra el presidente, Nicolás Maduro, en Caracas, Venezuela, el 9 de enero de 2025, en la víspera de su toma de posesión para un tercer mandato. (AP Foto/Ariana Cubillos)

Por otra parte, la dictadura pudo engañar sin consecuencias y en total impunidad a la Casa Blanca con sus compromisos para Barbados, por lo mismo que al inicio a la oposición democrática le costó entender en Venezuela, que los códigos de la tiranía no son políticos, ni siquiera los de Maquiavelo; más aún, ni siquiera son los del Padrino, toda vez que este rechazaba la venta de drogas. Sus códigos son los de la delincuencia organizada y no corresponde que se hable en términos del “socialismo del siglo XXI” ya que ello le da un paraguas de apoyo en Europa y América Latina. Lo suyo es claramente la Convención de Palermo de las Naciones Unidas, la delincuencia organizada.

Que la transición ya empezó ya que se le perdió el miedo a la dictadura, lo que ha permitido hacer llamados legítimos a los militares para que cumplan su deber constitucional, entendiendo que cuando es legítima, la fuerza tiene un rol que jugar en la resolución de la crisis terminal que vive Venezuela.

Es decir, la oposición ya tiene un camino del cual no debe salir, en el sentido, que no debe apartarse de su rol como el gobierno legítimo. La transición ya se inició, por lo que el único lujo que no se puede permitir, es lo que en definitiva afectó a Guaidó, caer en la irrelevancia.

Hoy, a pesar de todo, para el retorno a la democracia la oposición está en mejor situación que cualquier otro momento anterior, incluyendo a quienes se les negó el legítimo triunfo (2018 por ejemplo). Por su parte, Maduro es cada vez menos creíble con sus amenazas.

Esto se les ha escapado a muchos analistas, tanto que hace algún tiempo The Economist tituló que en Venezuela la oposición “estaba siendo aplastada”, siendo cierto que no apareció fractura de las Fuerzas Armadas ni arriba (generalato) ni abajo (tropas), pero subestimando del todo el problema que tiene el castrochavismo, que salvo la violencia (que también tiene un límite) no saben qué hacer con la popularidad y legitimidad de una lideresa como María Corina Machado que logró combinar emoción con razón, y cuya centralidad es total en la perdida de miedo, conquista importante ya que no es una dictadura cualquiera, sino un narcoestado. Algo de eso se manifestó con su detención el martes 7 de enero, donde Vente Venezuela informó “que se la llevaron retenida por la fuerza… (y) luego fue liberada”. Hecho que demuestra su desesperación.

Ahora, la salida que se le dé a la crisis venezolana puede marcar el futuro de la democracia en América Latina, sobre todo que una derrota de Maduro tiene consecuencias inmediatas en la dictadura madre, la cubana, y que parece vivir su peor momento desde la revolución de 1959, incluso superior a la desaparición de la Unión Soviética. No hay tiempo para una cruzada mundial, razón adicional por que la oposición democrática debe concentrarse en EEUU con una visión realista de lo que se puede esperar, además que es posible que el efecto Trump se desvanezca o que aparezcan otras prioridades que concentren la atención del gobierno apenas asuma, como, por ejemplo, Siria.

Se tendrá mayor impacto en EEUU si se logra lo que no se ha obtenido hasta el momento, convencer que en Caracas tienen un serio problema de seguridad nacional, ya que el coctel que ha preparado la dictadura es explosivo con petróleo, drogas, corrupción masiva y Tren de Aragua, es decir, desde exportación de delincuencia a abrirle camino a Irán y al yihadismo.

Sin duda alguna, la oposición puede estar orgullosa de lo logrado desde que se le perdió el miedo a la dictadura. El primer logro, anterior al otro, fue haber conseguido la esquiva unidad, ya que, si es difícil derribar a una dictadura del crimen organizado transnacional, es imposible hacerlo sin unidad. No solo se ganó la elección en las urnas y muy importante, también se hizo en las calles. Ahora, el foco no es ganarle a una persona, sino al régimen, todo un sistema de represión y expolio, es decir, robo y usurpación de funciones.

A partir del 10 de enero, y no importando las amenazas represivas, se debe actuar como el vencedor, el que ahora es gobierno, lo que se debe hacer sin complejos, ya que a diferencia de la experiencia de Guaidó, ahora más países los apoyarán si son percibidos como el gobierno efectivo, lo que también les facilita la vida a gobiernos como el de Trump para convencer a otros. Sin embargo, ¿se puede hacer si no se controla ningún territorio a nivel nacional como tampoco no hay nada que constituya lo que los clásicos de la revolución llamaban el “poder dual”?

El dirigente opositor venezolano Juan
El dirigente opositor venezolano Juan Guaidó. EFE/Lenin Nolly

En ese sentido, creo que un paso que González y Machado deben dar es no solo actuar sobre países democráticos, sino también sobre quienes han sido el sostén internacional fuera de la región, es decir, China, Rusia, e Irán. Creo que una de las primeras cosas que debe hacer como gobierno legítimo para minar la línea de flotación del régimen, es abrir un canal público de diálogo con Rusia y China, y ser recibidos en Moscú y Beijing para conversar sobre lo que a ellos más le interesa, el tema de la deuda y su pago, por distanciado que esté en el tiempo, ya que no son países que parezcan tener intereses permanentes en Venezuela.

Como gobierno legítimamente electo, también deben avanzar con fuerza sobre los dineros y bienes venezolanos en el exterior al mismo tiempo de hablar en la forma más pública que se pueda con EE. UU., en un tema de interés para el gobierno de Trump y cualquiera, que es el futuro del petróleo, incluyendo mayor producción e inversiones. Por último, el dialogo con los ayatolas debe ser distinto, en el sentido que hoy están en su posición más débil desde los inicios de la guerra con Irak en los 80s, y, por lo tanto, en un momento difícil para abrir otros frentes.

Esta acción si le puede molestar al régimen y abrir una discusión interna, lo que ayudaría a otro objetivo estratégico como lo debiera ser imponerle una negociación al régimen, que ya renunció a la salida pacífica que se les ofreció. Pero si acepta una negociación, será la evidencia de su agotamiento, y la foto de la oposición ingresando a Miraflores, será efectivamente sino el principio del fin, por lo menos, de lo que Churchill llamaba “el fin del principio”.

La formalidad que representa la existencia de negociaciones es importante no solo como ejemplo de que el fin del régimen se acerca, sino que también ayuda a disminuir el compromiso de Rusia, China e Irán. Por su parte, también es importante para occidente, específicamente EE. UU., ya que incorpora a lugares de poder como el Departamento de Estado o el Pentágono que no son precisamente trumpistas, sino lugares donde encontró dificultades con esas burocracias en su gobierno anterior, y seguramente también en el próximo. Y para el retorno a la democracia, siempre va a ser importante que, en relación a Venezuela, la potencia actúe con criterios de Estado más que de partido político en el poder.

A nivel interno, la estrategia de actuar sin complejo alguno como el único gobierno legítimo, creo que debe ir acompañado de una doble tenaza sobre Maduro que puede contribuir a que afloren las muchas contradicciones y luchas internas que tiene, partiendo por Diosdado Cabello. Lo primero es que como Venezuela no es Albania, se debe impedir que el autogolpe de Maduro conduzca a un aislamiento que potencialmente la podría llevar a solo tener contactos con países como Nicaragua. Irán, Rusia o China y el apoyo de la delincuencia organizada transnacional. Hoy solo ofrecen atrincherarse que debe estar muy lejos de lo que quiere la inmensa mayoría de los venezolanos, por ello, en paralelo, como el nuevo gobierno legítimo se debe hacer lo posible para minar el apoyo que el régimen todavía tiene en instituciones que le han sido incondicionales como la justicia, las electorales, funcionarios públicos, fuerzas armadas y policiales, donde se debe asegurar a quienes allí trabajan que el futuro también los incluye, y que no hay ánimo de revancha, sino al contrario, de reencuentro. Es decir, el doble objetivo es que el régimen se divida mientras los triunfadores de la elección conservan su unidad.

Por todo lo anterior, hoy Venezuela somos todos, ya que todo partió con Chávez. En 1998 solo había una dictadura en la región, la cubana, hoy son cuatro, además de países democráticos que les facilitan la vida, como es el caso de México. Sin embargo, de caer Maduro se puede abrir una perspectiva de consolidación democrática, que idealmente podría poner fin a la dictadura madre, la cubana, experiencias que demuestran al igual que la historia, que la libertad no siempre termina por la fuerza de sus enemigos, sino también por el insuficiente compromiso de quienes la defienden.

Fuente: Infobae.com

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