(Desde Jerusalén, Israel) Este miércoles a la tarde en Washington, la administración de Donald Trump había explicado al gobierno de Benjamín Netanyahu que se estaban evaluando todas las alternativas geopolíticas y militares para definir si Estados Unidos se sumaba a la guerra que Israel libra contra Irán para destruir su iniciativa nuclear.
El premier Netanyahu compartió con su Gabinete de Seguridad la información que llegó desde DC, mientras continuaba coordinando con el Pentágono un posible plan de acción conjunto que tiene como prioridad destruir las instalaciones de enriquecimiento de uranio en Fordow.
Netanyahu necesita los aviones B2 y las bombas de catorce toneladas para pulverizar Fordow, y decidió moverse con cautela ante la información que llegaba desde la Casa Blanca.
“Tengo ideas sobre qué hacer. Me gusta tomar la decisión final un segundo antes de que sea el momento, porque las cosas cambian”, había dicho Trump en el Salón Oval cuando le preguntaron sobre la posibilidad de sumar a Estados Unidos al esfuerzo bélico de Israel.
Netanyahu había leído estas declaraciones del presidente republicano, y decidió esperar. Ya había insistido muchísimo en los últimos días, y conoce como pocos el carácter rampante de Trump.

Pero el ataque aéreo de Irán sobre el hospital de Soroka quebró la cautela del premier israelí.
No sólo por el blanco civil elegido por los ayatollahs para hacer daño, sino también porque con el correr de los días, la replica militar iraní empieza a perforar la efectividad defensiva de la Cúpula de Hierro.
Ya en la mañana de este 19 de junio en Jerusalén, los mensajes del gobierno israelí empezaron a llegar a los celulares de los principales asesores de Trump, cuando en Washington recién empezaba el mismo día.
Marco Rubio -secretario de Estado-, Steve Witkoff– enviado especial para Medio Oriente- y Pete Hegseth -secretario de Defensa- leyeron la información cruda sobre el hospital Soroka y la necesidad de contar con Estados Unidos para enfrentar a Irán.
En este contexto, no se descarta en Jerusalén que Netanyahu pida una llamada urgente con Trump para acelerar la toma de decisión del Presidente de los Estados Unidos.
Trump aún cavila una respuesta afirmativa al pedido de Israel por dos razones básicas:
- No tiene todo el consenso interno en MAGA y el partido Republicano.
- Estados Unidos tiene bases militares en Medio Oriente con más de 40.000 efectivos, y el presidente de Estados Unidos teme que Irán con sus proxies terroristas en Irak y Siria ataquen esas instalaciones del Pentágono.
Desde esta perspectiva, Trump protagoniza una sucesión de reuniones reservadas para convencer a sus aliados partidarios, mientras ordenó al secretario de Defensa, Pete Hegseth, que despliegue un mecanismo militar en Medio Oriente para proteger las bases propias y apoyar la ofensiva israelí, si finalmente decide avanzar contra el régimen chiita.
El general Michael Kurilla, jefe del Comando Central de los Estados Unidos, coordina un eventual plan de acción contra Irán con las máximas autoridades de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
Kurilla tuvo experiencia de combate en Siria, Afganistán e Irak, fue condecorado con la Estrella de Bronce, y conoce cómo funciona la lógica militar de Irán, que opera contra Israel a través de Hamas en Gaza, Hezbollah en Líbano y los Hutíes en Yemen.
Sin embargo, la línea abierta entre el Pentágono y las Fuerzas de Defensa de Israel no implica que la operación conjunta entre Washington y Jerusalén ya sea un hecho consumado.
La participación del Pentágono es clave para terminar con la amenaza atómica de Irán.
Debajo de las montañas iraníes, en Fordow, se encuentra la instalación nuclear clave de Irán. Está a 60 metros de profundidad y se necesitan bombas anti bunkers de 14 toneladas de peso y aviones B2 para destruir las centrifugadoras de Fordow, que enriquecen uranio para fabricar las bombas atómicas de los ayatollahs.
Israel no tiene las bombas anti bunkers, ni los aviones B2. El Pentágono detenta este potencial bélico, que sólo llegará a Medio Oriente por una decisión política del presidente de los Estados Unidos.
Mientras Trump dilata en estas horas su decisión política, el Pentágono mueve hacia Medio Oriente su poderío militar.
El portaaviones USS Nimitz fue desviado del Mar de China Meridional al Golfo Pérsico, y decenas de aviones de reabastecimiento abandonaron sus bases en Estados Unidos para desplegarse en Europa, una medida preventiva para apoyar el esfuerzo bélico de Israel.
Asimismo, el Pentágono ordenó a dos destructores en el Mediterráneo acercarse a Israel para proteger las bases de Estados Unidos en Arabia Saudita, Irak y Oman.
El ataque al hospital Soroka puede implicar un punto de inflexión en la guerra entre Israel e Irán.
“Un bebé en cuidados intensivos. Una madre a su lado. Un médico corriendo entre camas. Un anciano en un asilo. Estos fueron algunos de los objetivos de los ataques con misiles iraníes contra civiles israelíes esta mañana”, escribió Isaac Herzog, presidente israelí, en su cuenta oficial de X.
Ahora, en Washington, le toca mover a Trump.
Fuente: Infobae.com