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El hombre del “brazo de oro” que salvó más de dos millones de bebés con sus donaciones de plasma

James Harrison, conocido como
James Harrison, conocido como «el hombre del brazo de oro», falleció pacíficamente a los 96 años en Australia (Cruz Roja Australiana Lifeblood)

El 17 de febrero de 2025, James Harrison de 96 años, conocido como “el hombre del brazo de oro”, murió pacíficamente en un hogar de ancianos en Nueva Gales del Sur, Australia. Su nombre será recordado por siempre debido a su asombroso legado de salvar más de 2 millones de bebés a lo largo de más de 60 años de donaciones de plasma sanguíneo. Según el Servicio de Sangre de la Cruz Roja Australiana, Lifeblood, Harrison fue responsable de más de 1.100 donaciones, convirtiéndose en un pilar vital en la lucha contra la enfermedad hemolítica Rhesus D, una condición mortal para los bebés nacidos de madres con sangre Rh negativo.

La clave de sus donaciones radicaba en la presencia de un anticuerpo raro en su sangre: el anti-D. Este anticuerpo resultó ser esencial para el tratamiento de mujeres embarazadas cuya sangre atacaba a los bebés no nacidos, causándoles graves consecuencias como daño cerebral o incluso la muerte. Como explicó la organización Lifeblood: “James tenía un anticuerpo esencial para producir inyecciones anti-D, un tratamiento que salva vidas en mujeres embarazadas con riesgo de enfermedad hemolítica”. Este avance fue posible gracias a que su sangre contenía una combinación rara de anticuerpos que solo unos pocos donantes podían ofrecer.

A los 18 años, Harrison comenzó a donar sangre, motivado por una experiencia personal cuando, a los 14, necesitó 13 unidades de sangre tras una cirugía mayor. Esta experiencia fue un punto de inflexión que lo llevó a comprometerse con la causa. “Me pidieron que fuera conejillo de indias y desde entonces he estado donando”, comentó Harrison en 2018 a The Sidney Morning Herald. A lo largo de las décadas, su sangre fue fundamental para la fabricación del medicamento que se administra a las madres Rh negativas, evitando que sus cuerpos atacaran a los bebés Rh positivos.

Sus donaciones de plasma, realizadas durante seis décadas, ayudaron a salvar la vida de 2 millones de recién nacidos (Cruz Roja Australiana Lifeblood)

James Harrison donó su plasma por última vez en 2018, a la edad de 81 años, tras haber realizado un total de 1.173 donaciones. En una entrevista con NBC News, Harrison recordó con nostalgia ese momento: “Es un día triste para mí. El final de una larga carrera”. En total, su sangre ayudó a prevenir millones de muertes por enfermedad hemolítica del feto y del recién nacido (HDFN), una condición que anteriormente mataba a miles de bebés australianos cada año. “Cada ampolla de Anti-D fabricada en Australia contiene a James”, señaló Robyn Barlow, coordinadora del programa Rh. Gracias a sus generosas donaciones, el programa Anti-D ha salvado a más de 2 millones de bebés en Australia.

La magnitud de su contribución fue reconocida en 1999, cuando Harrison recibió la Medalla de la Orden de Australia por su invaluable apoyo al programa Lifeblood y su dedicación a salvar vidas. “James fue una persona notable, estoicamente amable y generosa que se comprometió a vivir una vida de donación y conquistó los corazones de muchas personas en todo el mundo”, expresó Stephen Cornelissen, director ejecutivo de Lifeblood, en un comunicado tras su fallecimiento.

A pesar de sus grandes logros, nunca se consideró un héroe. “Siempre decía que no duele y que la vida que salves puede ser la tuya”, recordó su hija, Tracey Mellowship, quien también fue beneficiaria del tratamiento anti-D. En un emotivo mensaje, Mellowship comentó: “Él estaba muy orgulloso de haber salvado tantas vidas, sin ningún costo ni dolor. Le hacía feliz saber que había muchas familias como la nuestra que habían sobrevivido gracias a su generosidad”.

Este australiano realizó su última donación en 2018 tras haber contribuido con un total de 1.173 donaciones (Cruz Roja Australiana Lifeblood)

Su trabajo altruista ayudó a que generaciones de mujeres pudieran tener hijos saludables, algo que, en palabras de su hija, permitió que su familia existiera. “Mi familia tal vez no hubiera existido sin sus valiosas donaciones”, afirmó Tracey Mellowship, destacando el carácter humanitario de su padre.

A pesar de que Harrison ya no está, su legado sigue vivo. Lifeblood y un equipo de investigadores de WEHI están trabajando para recrear el anticuerpo anti-D en laboratorio, con la esperanza de que esto ayude a continuar la producción del medicamento esencial que, por ahora, solo unos pocos donantes como Harrison pueden proporcionar. Este trabajo de investigación, denominado “James en un frasco”, busca garantizar que el tratamiento continúe estando disponible para futuras generaciones.

En su último día como donante, Harrison, conocido por su aversión a las agujas, siguió adelante con la misma dedicación que lo caracterizó durante más de seis décadas de sacrificio. “Miro a las enfermeras, el techo, las manchas en la pared, todo menos la aguja. Es demasiado macabro, pienso, verte a ti mismo siendo pinchado con la aguja”, decía Harrison, según The Sidney Morning Herald.

Como expresó Robyn Barlow: “Nunca volveremos a ver a un donante como él… ha salvado a millones de bebés, y su legado será eterno”.

Fuente: Infobae.com

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