
Llegar a Marte en 90 días, a través de recursos tecnológicos ya existentes, es el núcleo de la ambiciosa propuesta que generó un intenso debate en la comunidad científica. Jack Kingdon, físico de la Universidad de California, sostiene que es posible reducir drásticamente los tiempos estimados por la NASA, sin recurrir a sistemas de propulsión nuclear aún en desarrollo.
El estudio, publicado en Scientific Reports y retomado por National Geographic, reabre la discusión sobre los límites de la tecnología actual en la exploración interplanetaria.
Según National Geographic, Kingdon se apoya en el problema de Lambert, un modelo matemático que permite calcular trayectorias orbitales óptimas.
Con esta herramienta diseñó una misión utilizando la nave Starship de SpaceX, considerada actualmente la más avanzada en reutilización y capacidad de carga.
El plan contempla el lanzamiento de dos naves tripuladas y cuatro de carga, todas repostadas previamente en la órbita terrestre baja. Para lograrlo, se requerirían 45 lanzamientos del sistema Starship Superheavy. Kingdon sostiene que este volumen de operaciones estaría dentro de las proyecciones futuras de SpaceX, que prevé realizar hasta 1.000 lanzamientos anuales.
Un componente esencial del plan es la aplicación de tecnologías de aprovechamiento de recursos in situ (ISRU, por sus siglas en inglés). La misión prevé la instalación de reactores Sabatier y sistemas de electrólisis para extraer agua del subsuelo marciano y convertirla en oxígeno e hidrógeno, los elementos básicos del combustible para el regreso.
National Geographic informa que, mediante este proceso, sería posible generar hasta 1.500 toneladas de propelente directamente en Marte. Estas tecnologías, ya probadas en condiciones controladas, permitirían prescindir de costosos envíos desde la Tierra y aumentar la autonomía operativa de la misión.
El plan también aprovecha las ventanas de lanzamiento en las que las órbitas de la Tierra y Marte se alinean de forma favorable. Este principio, común en misiones interplanetarias, se optimiza en la propuesta para acortar distancias y reducir al mínimo la exposición al entorno espacial.
Reducir el tiempo de viaje de seis o nueve meses a solo tres ofrecería beneficios significativos en términos de salud física y mental. De acuerdo con National Geographic, una misión más corta disminuiría la exposición a la radiación cósmica, reduciendo riesgos como la pérdida de masa ósea o el desarrollo de enfermedades degenerativas. Además, limitaría el estrés asociado al confinamiento prolongado y simplificaría la gestión de suministros básicos.
No obstante, el despliegue logístico que propone Kingdon también presenta retos importantes. Coordinar decenas de lanzamientos y recargas en un periodo limitado requeriría una capacidad operativa sin precedentes. Diversos expertos citados por National Geographic advierten sobre la complejidad del plan, aunque reconocen su valor como impulso a nuevas formas de abordar los viajes espaciales.
La propuesta de Kingdon contrasta con la estrategia actual de la NASA, que apuesta por el desarrollo de motores nucleares térmicos o eléctricos como única vía realista para misiones tripuladas de corta duración. Estas tecnologías, aunque prometedoras, enfrentan obstáculos técnicos y regulatorios que podrían retrasar su implementación durante años.
Según documentos internos citados por National Geographic, la NASA considera que la propulsión nuclear es clave para reducir tiempos de vuelo.
Frente a ello, Kingdon plantea que es posible avanzar con medios ya disponibles, lo que provocó un nuevo eje de discusión sobre el mejor enfoque para una misión a Marte.
La publicación del estudio generó respuestas divididas. Algunos científicos valoran el uso eficiente de tecnologías probadas y la posibilidad de reducir costos y tiempos mediante una planificación orbital precisa. Otros dudan de la capacidad actual para ejecutar una operación de tal magnitud.
National Geographic señala que propuestas inicialmente consideradas inviables, como la reutilización de cohetes, terminaron imponiéndose. En ese contexto, el modelo de Kingdon podría sentar un precedente si demuestra ser factible a nivel técnico y organizativo.
Más allá de la meta de los 90 días, el mensaje principal del estudio es la necesidad de replantear el uso de los recursos actuales. Como destaca National Geographic, Kingdon sugiere que no siempre es necesario esperar soluciones futuras: innovar también implica combinar estratégicamente lo que ya se tiene.
La propuesta reactivó el debate sobre cómo —y con qué herramientas— se puede dar el primer salto interplanetario. Mientras se analiza su viabilidad, el enfoque de Kingdon invita a imaginar nuevas formas de avanzar hacia Marte sin depender exclusivamente de desarrollos a largo plazo.
Fuente: Infobae.com