La conexión entre los factores cardiovasculares y la salud cerebral es seguida de cerca por los científicos desde hace décadas. Lo que hacemos a partir de los 40 años se reflejará cuando tengamos 60 o más, por eso prestar atención a los niveles de colesterol, que se subestiman con frecuencia, es clave para prevenir enfermedades del corazón y también para reducir el deterioro cognitivo.
Un estudio presentado en las Sesiones Científicas 2024 de la Asociación Estadounidense del Coreazón (AHA), en Chicago, señaló que las fluctuaciones significativas en los niveles de colesterol a lo largo de los años podrían relacionarse con mayor riesgo de desarrollar demencia o deterioro cognitivo en adultos mayores.
Investigaciones previas ya habían asociado la variación en indicadores como la presión arterial, o el azúcar en sangre, con un impacto negativo en el corazón y el cerebro. Ahora, el estudio publicado en la revista Circulation sumó a esa lista los cambios en el colesterol.
Una posible explicación es que estas variaciones podrían desestabilizar las placas ateroscleróticas, lo que incrementa el riesgo de isquemia cerebral y, por ende, de deterioro cognitivo, según detalló la doctora Zhen Zhou, autora principal del estudio e investigadora de la Universidad Monash, Australia,
Esta desestabilización de la placa en las arterias puede aumentar el riesgo de desarrollo de placa, ruptura y subsecuente obstrucción del flujo sanguíneo al cerebro, dijo la investigadora y consideró que es necesaria más investigación “para determinar si estas fluctuaciones son un factor de riesgo, un precursor o simplemente un biomarcador del riesgo de demencia”.
“El estudio preliminar presentado en la sesión científica de la American Hearth Association mostró una asociación significativa entre las fluctuaciones anuales en los valores de colesterol a medicación constante con el riesgo de deterioro cognitivo. Las personas con mayores fluctuaciones aumentaron el riesgo de demencia en un 60%”, explicó a Infobae el doctor Ricardo Allegri, jefe de Neurología Cognitiva, Neuropsicología y Neuropsiquiatría de Fleni.
En tanto, el doctor Pablo Corral, expresidente de la Sociedad Argentina de Lípidos (SAL), fue prudente en cuanto a los hallazgos y remarcó que se trató de un estudio de asociación y no de causalidad, por lo que puede haber sesgo en los resultados al no tomar en cuenta otros factores de riesgo asociados o datos que puedan afectar el nexo entre las variables evaluadas.
No obstante, remarcó que “lo que le hace bien al corazón, le hace bien al cerebro”, por lo cual siempre es importante el control médico periódico y la prevención a través de hábitos de vida saludables.
El colesterol es una sustancia cerosa, como la grasa, que circula en la sangre, producida por el hígado y también obtenida de alimentos de origen animal, como carne, huevos y lácteos.
Se mide como colesterol total y también por sus componentes: lipoproteína de baja densidad, o LDL, llamada coloquialmente colesterol “malo” porque en cantidades excesivas causa placas en las arterias; y lipoproteínas de alta densidad, o HDL, considerado colesterol “bueno” porque ayuda a reducir el riesgo de enfermedad cardíaca y derrame cerebral.
Los triglicéridos son otro tipo de grasa que pueden contribuir a la acumulación de colesterol no saludable.
El estudio utilizó datos del ensayo clínico ASPREE (ASPirin in Reduction Events in the Elderly), que incluyó a 9.846 adultos mayores de Australia y Estados Unidos, todos relativamente sanos y sin demencia al inicio del estudio. Durante un seguimiento de 6 años, los investigadores analizaron las variaciones anuales en los niveles de colesterol total y LDL (llamado coloquialmente “colesterol malo”) de los participantes.
Los resultados mostraron que 509 personas desarrollaron demencia y 1.760 experimentaron algún tipo de deterioro cognitivo. El estudio encontró que las fluctuaciones altas en el colesterol total y en el colesterol LDL están asociadas con:
- Un 60% más de riesgo de demencia y un 23% más de deterioro cognitivo en quienes presentaron los mayores cambios en el colesterol total.
- Descensos más rápidos en las pruebas cognitivas, especialmente en memoria y velocidad de reacción, ligados a fluctuaciones tanto en el colesterol total como en el LDL.
- Las fluctuaciones elevadas en los niveles de lipoproteínas de alta densidad (colesterol HDL llamado coloquialemente colesterol “bueno”) o triglicéridos no se asociaron con deterioro cognitivo.
La doctora Sudha Seshadri, directora del Instituto Glenn Biggs para Enfermedades de Alzheimer y Neurodegenerativas en UT Health San Antonio, señaló que el estudio observacional no pudo mostrar que las fluctuaciones en el colesterol causaron demencia, solo que ambas condiciones estaban relacionadas.
“Puede que no signifique que la fluctuación conduce a demencia. Podría ser un marcador de algo diferente. Por ejemplo, ¿está captando inconsistencias en los comportamientos de estilo de vida y esos están ocurriendo porque una persona está comenzando a tener deterioro cognitivo? Necesitamos entender si esto es causal o indicativo de algo diferente”, precisó en un comunicado de la AHA.
El estudio reciente presentado por la Asociación Estadounidense del Corazón se alinea con investigaciones previas, como el informe global publicado en The Lancet en agosto de este año, que identificó dos nuevos factores de riesgo para la demencia: el colesterol LDL elevado en la mediana edad (relacionado con el 7% de los casos) y la pérdida de visión no tratada en edades avanzadas (2% de los casos). Como publico Infobae, estos factores, se sumaron a las 12 causas de riesgo ya conocidas y asociadas al daño cognitivo.
El informe también subrayó que la demencia no es un destino inevitable, y que gran parte puede prevenirse con cambios en hábitos de vida y controles médicos preventivos.
“En el trabajo sobre prevención de demencia publicado en The Lancet 2024, se observa que el 45% son factores de riesgo de demencia son potencialmente modificables. En esa investigación, el LDL Colesterol alto tiene una carga de riesgo del 7% comparado con el 2% de la hipertensión arterial, 2% del tabaquismo; 2% de la diabetes, 2% de la inactividad física y 1% de la obesidad. Esto demuestra la carga muy importante que tiene el aumento del colesterol sobre el riesgo de demencia”, precisó Allegri.
El médico neurólogo y psiquiatra especializado en deterioro cognitivo de Fleni, señaló que “los valores de colesterol puedan cambiar en un paciente bajo tratamiento, dependiendo de muchos factores como el estrés, y la dieta, entre otros. Esto lleva a mantener controles seriales de los valores séricos e identificar factores que desestabilizan al paciente para poder trabajar también sobre ellos y llegar a una terapéutica más efectiva”.
Para Allegri, es fundamental diseñar estrategias preventivas que aborden hasta el 45% de los casos de demencia modificables, mediante acciones como mejorar la educación y controlar factores de riesgo como pérdida auditiva y visual, traumatismos de cráneo, colesterol elevado, hipertensión, obesidad, diabetes, tabaquismo, consumo de alcohol, depresión, aislamiento social, inactividad física y contaminación ambiental.
Sin embargo, subrayó la relevancia de considerar datos locales: “En el estudio de nuestro grupo de Fleni, mostramos que los factores de riesgo de demencia modificables en Argentina son mayores, llegan al 60% y han aumentado significativamente en los 10 años del periodo observado”.
Por eso, planteó que es fundamental considerarse datos regionales para desarrollar campañas de salud pública y reducir el riesgo de demencia en los adultos mayores.
Si bien el doctor Corral tomó distancia del postulado del estudio presentado en Chicago, sobre que las fluctuaciones de colesterol a lo largo de los años podrían ser biomarcador de riesgo de demencia, sí destacó la importancia de controlar los niveles de colesterol para prevenir el riesgo cardiovascular y por ende la probabilidad de deterioro cognitivo.
“Cuando hablamos del deterioro cognitivo y demencia, que es a lo que muchos pacientes le temen, hay que evaluar cuáles son las causas. Y ahí tenemos dos grandes grupos: una es la enfermedad de Alzheimer, que no tiene una causa definida, Y otra de las causas de la demencia es la causa vascular, que está aumentando en el mundo”.
La causa vascular hace que las pequeñas arterias del cerebro que llevan el oxígeno a las neuronas se van tapando y se van obstruyendo, definió Corral y agregó: “En esos casos, los médicos tenemos dos cosas para hacer prevención y tratamiento”.
¿Cómo se puede prevenir el daño vascular que provoca deterioro cognitivo? “Con hábitos saludables, actividad física, comida sana, buen descanso, evitar el estrés y controlar los factores de riesgo cardiovasculares. Reitero que todo lo que ayuda al corazón, ayuda al cerebro. Por eso es clave bajar los niveles de colesterol, presión y glucemia, o sea, controlar todos los factores de riesgo cardiovasculares”, sintetizó Corral.
Fuente: Infobae.com