
(Desde Washington, Estados Unidos) Albert Ramdin será proclamado hoy como secretario General de la OEA, tras sumar los respaldos del Caribe y América Latina, y la anuencia política de la administración Trump.
Es la primera vez que la Organización de Estados Americanos tiene un secretario que pertenece a la Comunidad del Caribe (CARICOM), y su llegada al liderazgo del foro regional es consecuencia directa de un movimiento diplomático que ejecutó Lula da Silva con el apoyo de Chile, Uruguay, Bolivia y Colombia.
Mauricio Claver-Carone, enviado especial para América Latina de Estados Unidos, ya había anticipado en el Departamento de Estado que Ramdin tenia muchísimas posibilidades suceder a Luis Almagro en la Secretaria General de la OEA. Y no se equivocó.
El gambito del presidente de Brasil, que había prometido su respaldo al canciller paraguayo Rubén Ramírez, coloca a Ramdin en un complejo tablero geopolítico por la perspectiva que tiene la Casa Blanca para América Latina.
Lula da Silva, Gabriel Boric (Chile), Yamandú Orsi (Uruguay), Luis Arce (Bolivia) y Gustavo Petro (Colombia) apoyan la Agenda 2030 de Naciones Unidas -Cambio Climático e Igualdad de Genero, por ejemplo-, se muestran dialoguistas con el dictador venezolano Nicolás Maduro, condenan la estrategia de defensa de Israel frente al ataque terrorista de Hamas, exhiben vínculos fluidos con China y cuestionan las medidas arancelarias de Donald Trump contra México y Canadá.
Esta agenda diplomática del bloque de países de izquierda de América Latina contrasta con la posición que tiene Trump para la región.
El presidente de Estados Unidos repudió la Agenda 2030, propone una transición democrática en Venezuela, intenta contener la ofensiva china, defiende al gobierno de Benjamín Netanyahu y no intenciones de frenar la suba de aranceles como método para aplacar el tráfico de fentanilo y la inmigración ilegal.
La Casa Blanca aporta la mitad de los ingresos que financian a la OEA, y respalda la mayoría de los programas que se ejecutan en el foro regional. Esto significa que si la OEA no adecua su agenda tradicional a la mirada de Trump, Estados Unidos dejaría de apoyar los programas anuales y podría reducir a la mínima expresión los millones de dólares que concede al organismo multilateral.
No se trata de una amenaza diplomática para lograr un quid pro quo. El secretario de Estado, Marco Rubio, y el enviado especial para América Latina, Mauricio Claver-Carone, consideran que la OEA ya tiene poca razón institucional y que la presente diplomacia americana se siente más cómoda con los encuentros bilaterales.
“Estados Unidos ya se cansó de pagar sesiones colectivas de psicoanálisis político en la OEA, para que al final nada se resuelva. Dan vueltas y vueltas por la región, y no aportan una sola solución. Es mejor la diplomacia del cara a cara, del uno a uno”, explicó a Infobae un miembro de la administración Trump que conoce cómo se evalúa a la OEA en la Secretaria de Estado.
En este contexto, Ramdin deberá exprimir su experiencia diplomática para satisfacer los intereses del CARICOM y de América Latina que lo llevaron al triunfo electoral y atender los reclamos geopolíticos de Estados Unidos. El secretario General tendrá que actuar como un equilibrista diplomático frente a la administración Trump, que se ha caracterizado por empujar una agenda global sin tener en cuenta a los habituales aliados y enemigos de la Casa Blanca.
La elección de Ramdin iniciará a las 11 AM (hora del Este), y se aguarda la presencia de Michael Kozak, encargado para América Latina del Departamento de Estado; Celina Sosa Lunda, ministra de Relaciones Exteriores de Bolivia; la secretaria de Relaciones Exteriores de Brasil, María Laura da Rocha; el canciller de Chile, Alberto van Klaveren; el secretario de Relaciones Exteriores de México, Juan Ramón de la Fuente; el canciller de Uruguay, Mario Lubetkin; el embajador argentino Carlos Cherniak, y el canciller de Paraguay, Rubén Ramírez, que también era candidato a la Secretaría General.
Se aguarda un discurso institucional de Luis Almagro, que dejará el cargo en los próximos meses, y un fuerte gesto político de Ramírez: cuando le den la palabra abogará en favor de la unidad de América Latina, y después abandonará la votación para explicitar su malestar por el gambito diplomático que ensayó Lula para respaldar a Ramdin.
Fuente: Inboae.com