Fútbol, estudio y música: las historias de los cuatro niños desaparecidos en Guayaquil

Josué e Ismael Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina son los nombres que desde hace más de 20 días resuenan en los pedidos de justicia en Ecuador. Los cuatro desaparecieron el pasado 8 de diciembre tras ser aprehendidos por militares en un operativo en el sector Las Malvinas, en Guayaquil.

En medio de las versiones sobre qué sucedió ese día, sus familias siguen luchando por obtener respuestas. Las historias personales de los niños conmocionan al país.

Mientras se esperan los resultados forenses practicados sobre los cuerpos incinerados encontrados cerca de la Base Militar de Taura, alrededor de la zona donde los niños fueron vistos con vida por última vez, la Fiscalía General del Estado ha informado que las pruebas iniciales, como análisis antropológicos y dactilares, no fueron concluyentes debido al avanzado estado de descomposición y calcinación de los restos.

Actualmente, se realizan pruebas de ADN, cuyo resultado podría tardar entre 30 y 40 días, según confirmó el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CDH), que asiste a las familias de los chicos.

En un comunicado del 29 de diciembre, el Ministerio Público aclaró que hasta el momento no existe confirmación oficial sobre la identidad de los cuerpos encontrados. “Las pericias de identificación continúan, motivo por el cual no se ha emitido ninguna confirmación al respecto”, señaló la institución, que también hizo un llamado a manejar la información con responsabilidad y a esperar los resultados oficiales antes de adelantar conclusiones.

La Fiscalía reiteró que los informes finales serán entregados a las familias de los desaparecidos cuando existan certezas garantizadas por las pericias. En este contexto, las familias y los organismos que las representan insisten en se eviten las especulaciones que puedan desviar la atención de las investigaciones y del sufrimiento de quienes buscan respuestas.

Con 15 años, Ismael, el mayor de los hermanos Arroyo, vive su pasión por el fútbol con una entrega absoluta. Su talento lo ha llevado a ganar medallas y ser ascendido a un nivel competitivo, consolidando su sueño de algún día jugar profesionalmente. Inspirado por estrellas internacionales como Neymar, Ismael ve en el fútbol no solo un camino para alcanzar sus metas personales, sino también una forma de apoyar a su familia.

Según se observó en un reportaje de Ecuavisa, su padre conserva con orgullo las camisetas que Ismael utilizaba en los partidos. Las medallas que Ismael obtuvo por su habilidad en el fútbol, hoy son portadas por sus padres para reclamar que el adolescente regrese con vida. Ismael es jugador federado de un club deportivo. En una triste ironía, su desaparición ocurrió tras salir de casa para practicar el deporte que tanto ama.

Su hermano menor, Josué, de 14 años, comparte la pasión por el fútbol, pero se inclina más hacia lo académico. Es un estudiante disciplinado y aplicado, algo que se refleja en sus impecables cuadernos y en las altas calificaciones que su madre mostró en televisión, según se observó en Ecuavisa. A pesar de sus diferencias, los hermanos estaban unidos por grandes sueños compartidos, como construir una casa para su mamá.

Nehemías, de 15 años, es recordado como un joven carismático y con un talento innato para el canto. Su pasión por la música lo llevó a participar en actividades artísticas y a ser parte de videos musicales como extra, además de integrar coros sociales, según relató su madre a Ecuavisa.

“Canta en todas partes él solo vive cantando. (Pasa) sonriendo tiene una muy linda sonrisa”, señaló su mamá, mientras continúa incansable en la búsqueda de su hijo. Su habilidad para conectar con las personas a través de su voz y su alegría lo hacía destacar en su comunidad.

Steven, el menor de los cuatro niños desaparecidos, tiene 11 años y es descrito por sus padres y tutores como un niño lleno de sueños y energía. Según el reportaje de Ecuavisa, Steven participaba activamente en programas educativos y religiosos de organizaciones sociales, donde destacaba por su entusiasmo y liderazgo. Amante del fútbol, soñaba con convertirse en futbolista profesional y adoraba los superhéroes.

En su hogar, sobre el colchón donde dormía antes de su desaparición, sus padres han colocado las camisetas y juguetes favoritos de Steven. Su papá, con el rostro marcado por el cansancio y la esperanza, recordó con emoción el amor de su hijo por Spider-Man.

La comunicadora Gabriela Panchana, quien ha seguido de cerca este caso, publicó que Steven también era parte del programa “Sopita Caliente para el Alma”, donde recibía refuerzo escolar y catequesis. Susana Veloz, coordinadora del programa, destacó su compromiso y buen carácter: “Estaba feliz de recibir la catequesis, soñaba con ser futbolista. Un niño muy bueno, tiene cuatro hermanos, uno de ellos, Rony, es becado en Dolores Sopeña”, relató, según lo publicado por Panchana.