Harold Terens, de 100 años, y Jeanne Swerlin, de 96, se casaron simbólicamente en Carentan-les-Marais, Normandía, durante las conmemoraciones del 80.º aniversario del Día D, el año pasado.
Su historia de amor, a esa edad en la que todo parece ser un recuerdo, se convirtió en un símbolo vivo de resistencia, ternura y segunda oportunidad. Según él mismo dijo en una entrevista con NBC News, fue “el día más emocionante de sus 100 años de vida”.

Pero para llegar allí, hubo que atravesar muchas décadas.
Harold nació y creció en el Bronx, Nueva York. El 7 de diciembre de 1941 estaba en el patio de la escuela jugando básquet cuando corrió el rumor de que Pearl Harbor había sido bombardeado. Al día siguiente intentó enlistarse, pero sus padres lo convencieron de esperar.
Finalmente, justo después del Día de Acción de Gracias de 1942, con apenas 18 años, se alistó en las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos. Primero lo mandaron a Miami Beach para el entrenamiento básico, luego a Sioux Falls, Dakota del Sur, donde pasó cinco meses estudiando radiocomunicaciones, y luego a Inglaterra.
Allí fue asignado como técnico de mantenimiento de radios y operador de código Morse del escuadrón de cazas P-47 Thunderbolt.
El 6 de junio de 1944, desde Inglaterra, Harold habló por radio con los pilotos que sobrevolaban Normandía. Ayudó a preparar los aviones, pintando franjas blancas en las alas, mientras veía partir a jóvenes de su misma edad, muchos de los cuales no regresarían.
“Perdimos la mitad de nuestros aviones ese día”, dijo años más tarde. “La mayoría de los pilotos eran mis amigos. Teníamos 20, 25, 26 años. Éramos todos niños. Fue uno de los días más tristes de mi vida”.
Doce días después del desembarco, Harold cruzó el canal hacia Francia. Su tarea era transportar prisioneros alemanes y repatriar a soldados estadounidenses liberados de los estalags nazis.
“Normandía era un horror para la vista. Todavía tengo pesadillas con eso”, dijo a NBC News. Volvió a Estados Unidos convencido de que no viviría para contarlo.
“Nunca pensé que volvería a ver a mi madre, mi padre, mi hermana o mi hermano. Así es como te sentís a los 20 cuando hay una guerra”.
Según People, en 1948, con 24 años, se casó con Thelma, su primera esposa, con quien estuvo 70 años. Tuvieron tres hijos, 15 nietos y 17 bisnietos. Thelma falleció en 2018, tras una dura batalla contra el cáncer de mama y el Alzheimer. Harold, por primera vez en décadas, se quedó solo.
Jeanne también creció en Nueva York. Tenía 16 años cuando ocurrió el Día D. Durante la guerra, fue amiga de varios soldados, quienes le regalaron placas de identificación y otros recuerdos militares. Se casó dos veces y tuvo tres hijos. Más adelante, vivió 24 años junto a Sol Katz.
En 2019, Sol murió repentinamente mientras se duchaba. Jeanne pensó que su vida sentimental había llegado a su fin. “No pensé que volvería a enamorarme nunca más”, dijo a The Washington Post.
Y entonces, en 2021, ocurrió el cruce de caminos.
Fue gracias a Joanne Schosheim, hija de Sol, quien había visto la felicidad que su madre le había dado a su padre. Joanne pensó que Harold, viudo reciente, podría encontrar en Jeanne un nuevo motivo.
La cita fue organizada en Seasons 52, un restaurante en Boca Ratón. Según contó ella a CBC News, fue un desastre. Harold no hablaba. Estaba incómodo. No había salido con nadie desde la muerte de Thelma. Jeanne se sintió desilusionada.
Pero algo quedó vibrando. Un amigo de Harold le preguntó si volvería a verla. Dudó. Le dijeron que se animara a una segunda cena. Accedió.
En esa segunda cita, algo sucedió. Lo cuenta él mismo: “Mi rodilla rozó la de ella bajo la mesa, y exploté de felicidad” Jeanne notó que el hombre que antes parecía seco y distante, ahora la miraba diferente. Y lo besó. “Besaba mejor que nadie”, le dijo a Sky News.
Desde entonces, no se separaron más.
El amor entre ambos creció con una intensidad inesperada. “Nos reímos todo el tiempo”, dijo Jeanne a CBC News.
Se divertían bailando juntos, eran fans de “Uptown Funk” de Mark Ronson y “Blurred Lines” de Robin Thicke, y aprendieron a vivir con alegría renovada. Se enamoraron como adolescentes, pero con la sabiduría de quienes ya lo habían visto todo.
Pasaron dos años de noviazgo hasta que, una noche del verano pasado, Harold decidió que quería dar el siguiente paso.
Después de una cena en casa de Jeanne, mientras ella abría la puerta del garaje, él se arrodilló en el cemento, sacó un anillo y le pidió que se casara con él. Jeanne aceptó de inmediato. “Después bromeé, diciendo que no sabía cómo iba a ayudarlo a levantarse”, dijo a NBC News.
A Harold no le bastaba una boda en cualquier lugar. Quería volver a Normandía. “Quiero que todos los soldados que murieron en esas playas vengan a mi boda en espíritu. Que sepan que no están olvidados”, dijo a NBC News.
Era su forma de rendir homenaje a los que no pudieron volver, combinando la memoria con la celebración. Por cuarta vez en su vida, Harold regresaría a Francia.
Gracias a la colaboración de Delta Air Lines, Best Defense Foundation y Michelin North America, la pareja voló a Francia con todo cubierto. El lugar elegido fue Carentan-les-Marais, a pocos kilómetros de Utah Beach, uno de los puntos clave del desembarco aliado de 1944.
La ceremonia fue simbólica, ya que ni Harold ni Jeanne son ciudadanos franceses ni residen en Francia, pero para ellos fue tan auténtica como cualquier otra. “No vamos a hacer una boda legal en Estados Unidos. Para nosotros, esto ya es oficial”, le dijo Harold a The Washington Post.
El 8 de junio de 2024, frente a una multitud reunida en las calles del pequeño pueblo, Harold, con un traje azul claro y una medalla militar en la solapa, esperó a su novia.
Jeanne caminó hacia él con un vestido rosa largo, acompañada por su hija y su bisnieta como niña de las flores. De fondo, la nieta de Harold cantaba “I Will Always Love You” de Whitney Houston, una canción que ya les pertenecía.
El alcalde de Carentan, Jean-Pierre Lhonneur, ofició la ceremonia en inglés. Cuando les preguntó si querían casarse, ambos dijeron “oui” (sí, en francés).
Luego, desde una ventana del segundo piso, brindaron con champán ante la multitud reunida afuera.
“Por la salud de todos. Por la paz en el mundo. Por la democracia. Por el fin de la guerra en Ucrania y en Gaza”, dijo Harold alzando su copa.
“Este fue el mejor día de mi vida”, declaró más tarde a NBC News. Lo decía porque a los 100 años, después de haber visto morir a sus amigos en combate, de haber acompañado a prisioneros hambrientos, de haber perdido a la mujer con la que vivió siete décadas… aún le quedaba mucho por lo que vivir.
Fuente: Inboae.com