La fascinante historia de la reina Charlotte y su supuesta ascendencia africana: ¿mito o realidad?

El rostro de Charlotte de Mecklenburg-Strelitz volvió al centro de la cultura popular después del éxito que tuvo la serie de Netflix Queen Charlotte: A Bridgerton Story. La producción reactivó el debate sobre la posible ascendencia africana de la esposa de Jorge III e impulsó un renovado interés en su biografía.

National Geographic señala que su historia, más allá de la ficción, refleja las complejidades y contradicciones de la realeza británica del siglo XVIII.

Sophia Charlotte nació en 1744 en Mecklenburg-Strelitz, un pequeño ducado del norte de la actual Alemania. Creció en un entorno que la nobleza europea consideraba modesto. Esta condición, lejos de ser un obstáculo, facilitó su elección como esposa del nuevo rey británico, por carecer de alianzas políticas que pudieran interferir en los asuntos del Reino Unido.

En 1761, tras la propuesta de un emisario real, Charlotte viajó a Inglaterra y contrajo matrimonio con Jorge III poco después de su llegada. La coronación atrajo multitudes en Londres y, según National Geographic, el cortejo tardó dos horas en alcanzar la Abadía de Westminster. Con solo diecisiete años, fue proclamada reina de Gran Bretaña e Irlanda.

Charlotte dio a luz a quince hijos, una cifra que refleja las presiones dinásticas de la época. Según National Geographic, el matrimonio con Jorge III fue considerado inusualmente armónico para su tiempo, con un rey cercano a su familia. Aun así, la reina enfrentó tensiones con su suegra y el peso de la maternidad, lo que la llevó al agotamiento físico y emocional.

Tras el nacimiento de su decimocuarto hijo, escribió: “No creo que un prisionero desee más ardientemente su libertad de lo que yo deseo librarme de mi carga”.

Fuera de sus obligaciones públicas, Charlotte encontró refugio en actividades culturales. En Buckingham House —residencia adquirida por el rey para ella— disfrutaba de la lectura, la música y la jardinería. Compartía con Jorge III su interés por la botánica, una afición que fortalecía su vínculo personal.

La estabilidad familiar se rompió en 1765, cuando Jorge III sufrió el primero de varios episodios de enfermedad mental. Según National Geographic, el monarca presentó síntomas como manía, alucinaciones y comportamientos violentos. Algunos historiadores citados por el medio afirman que llegó a agredir a miembros de su familia.

La situación afectó profundamente a Charlotte. En 1788, su asistente Francis Burney escribió que la reina parecía dominada por un “terror secreto” mientras intentaba mantener la compostura. Con el paso del tiempo, las crisis del rey se intensificaron y lo mantuvieron recluido.

El hijo mayor, el futuro Jorge IV, asumió la regencia. La presión emocional dejó una huella visible en Charlotte, cuyo cabello, según el medio, “se volvió blanco”. Cuando murió en 1818, Jorge III ya no comprendía su ausencia.

La figura de la reina Charlotte fue objeto de debate por su posible ascendencia africana. Algunos historiadores sostienen que su linaje portugués incluiría ancestros de origen africano, lo que la convertiría en la primera reina birracial del Reino Unido.

Apuntan a retratos con rasgos “africanos” y sugieren que las representaciones oficiales fueron modificadas para ajustarse a los cánones eurocéntricos de belleza. Según National Geographic, esta interpretación sostiene que la imagen pública de Charlotte fue cuidadosamente controlada para evitar reacciones adversas.

Por el contrario, otros especialistas creen que, si existió tal ascendencia, era tan remota que no habría influido en su aspecto ni en la percepción de su entorno.

Dada la falta de pruebas concluyentes, National Geographic indica que este debate probablemente permanezca abierto.

La serie de Netflix Queen Charlotte: A Bridgerton Story contribuyó significativamente a la recuperación del interés por la figura de la reina.

La narradora, Julie Andrews, resume el enfoque de la producción con la frase: “Es ficción inspirada en hechos reales”.

Si bien la producción no pretende ser un documento histórico, provocó nuevas discusiones sobre identidad, representación y memoria. La figura de Charlotte sigue generando atención, tanto en el terreno académico como en el cultural. Su vida encarna los desafíos y contradicciones de las monarquías, entre el deber institucional y la dimensión íntima, entre la historia documentada y el mito persistente.