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No llores por la pérdida de periodistas palestinos

Escrito por radioondapopular
agosto 25, 2025
No llores por la pérdida de periodistas palestinos

## La trágica pérdida de Amna Homaid y su impacto duradero

Hace un año, la periodista y familiar cercana, Amna Homaid, fue brutalmente asesinada junto a su hijo mayor, Mahdi, de 11 años. La muerte de Amna ocurrió tras campañas de incitación por parte de medios israelíes, que la señalaron como objetivo. La noticia generó una oleada de tristeza y condolencias, que inundaron tanto a la familia como a la opinión pública internacional en los días siguientes.

Los medios internacionales contactaron a la pareja de Amna para expresar sus condolencias, mientras que artículos sobre su asesinato y la incitación previa circulaban ampliamente. Las redes sociales se llenaron de publicaciones en homenaje a su vida y logros, todas en un tono de profundo dolor.

## La narrativa del blame y el olvido institucional

En medio del duelo, la comunidad se debatía entre sentimientos de tristeza, orgullo y culpa. Sin embargo, la culpa no recaía en Israel, que la mató, ni en la comunidad internacional que no actuó, sino en la misma decisión de Amna de dedicarse al periodismo en un país excluido del derecho internacional. Con el tiempo, el dolor se fue disipando y la memoria de Amna fue desvaneciéndose, sin que ninguna institución ni gobierno haya abierto una investigación oficial sobre su asesinato.

Este patrón no es una excepción, sino la norma. Lo ocurrido con Amna se asemeja a la situación de otros periodistas asesinados, como Hussam al-Masri, Mohammad Salama, Mariam Abu Daqqa, Ahmed Abu Aziz y Moaz Abu Taha, quienes fueron ultimados hoy en el Hospital Nasser de Khan Younis. Aunque la masacre ha acaparado brevemente los titulares, pronto será olvidada, igual que la muerte de Amna.

## La protección legal y la impunidad persistente

Estos periodistas, considerados civiles protegidos, estaban resguardados en una instalación médica con protección especial bajo el derecho humanitario. Sin embargo, nadie responsabilizará a Israel por lo que su gobierno afirma haber sido un “error”, ni se abrirá una investigación formal. Lo mismo ocurrió con otros asesinatos recientes, como los de Anas al-Sharif, Mohammed Qreiqeh, Ibrahim Zaher, Mohammed Noufal, Moamen Aliwa y Mohammed al-Khaldi, ocurridos hace dos semanas.

Las condenas públicas se desvanecen con el tiempo y las investigaciones no se materializan, dejando en la impunidad estas violaciones graves. La muerte de la periodista Marwa Musallam, junto a sus dos hermanos en junio, o la ejecución de Hussam Shabat en marzo, así como los asesinatos de Ibrahim Zaher y Rami al-Rifi en julio de 2024, ejemplifican este patrón de repetición. La pérdida de justicia y la falta de respuestas oficiales perpetúan un ciclo de violencia y silencio.

## La continuidad del patrón de violencia y sus efectos en las familias

Este patrón de violencia se refleja en la historia de otros asesinatos, como el de la periodista palestina Marwa Musallam en junio, y las muertes de Hussam Shabat, Ibrahim Zaher, Rami al-Rifi y otros. La reiteración de estos hechos evidencia cómo Israel continúa con una estrategia de impunidad, sin que la comunidad internacional actúe para detenerla. La falta de justicia fomenta un clima de temor y desconfianza entre los periodistas y sus familias.

Las familias de estos periodistas viven con traumas sin sanar. En el caso de Amna, un año después de su asesinato, su hijo Mohammed, de 10 años, todavía sufre ataques de trauma. Testigo de la muerte de su madre y hermano, ha reportado a periodistas que su familia quedó atrapada bajo los escombros y, en momentos de tristeza, pide ser llevado a los responsables para que también lo maten. La pequeña Ghina, de cinco años, aún espera el regreso de su madre y pregunta constantemente: “¿Dónde llevaste a mi mamá?”.

## La percepción de peligro y el impacto en la comunidad periodística

A casi 23 meses del inicio de este conflicto brutal, el mundo sigue limitándose a ofrecer condolencias por los periodistas palestinos fallecidos. Sin embargo, estas expresiones de luto no son más que gestos simbólicos, mientras la justicia permanece ausente. Hasta ahora, 244 periodistas palestinos han sido asesinados en Gaza, sin que ninguno haya sido juzgado como un crimen de guerra, incluso en casos documentados en detalle, como el de Shireen Abu Akleh, asesinada en 2022 en Jenín por un francotirador israelí.

El caso de Abu Akleh sirvió como advertencia de lo que estaba por venir. A pesar de su ciudadanía estadounidense y las investigaciones mediáticas, no se logró justicia. La sensación de que informar en Gaza es una sentencia de muerte se ha arraigado en la comunidad periodística y en las familias. Muchos prefieren que los periodistas no hablen demasiado o se mantengan en silencio, para evitar convertirse en nuevas víctimas.

## La pérdida de esperanza y el llamado a la justicia

Las familias de los periodistas asesinados viven con heridas profundas que no sanan. En el caso de Amna, un año después, su hijo Mohammed, aún traumatizado, expresa su dolor y su deseo de venganza de manera desesperada. La pequeña Ghina, por su parte, continúa preguntando por su madre, sin comprender aún la magnitud de la pérdida.

El silencio que sigue a cada atrocidad israelí alimenta la impunidad y el ciclo de violencia. La comunidad internacional ha demostrado una y otra vez su incapacidad para hacer justicia, lo que refuerza la percepción de que la vida de un periodista palestino vale poco o nada. La historia reciente demuestra que, en esta situación, la justicia no llega y las víctimas permanecen en el olvido.

## Conclusión: justicia, la verdadera necesidad

Si el luto por los periodistas palestinos ayuda a aliviar la culpa, si hace sentir que se cumple con una obligación moral, entonces no basta con llorar. La verdadera demanda es justicia. La comunidad internacional debe actuar para que los hijos de Mariam, Amna, Anas y los 244 periodistas asesinados en Gaza puedan al menos encontrar reparación y reconocimiento.

Este ciclo de violencia y olvido debe terminar. La justicia es el mínimo que los hijos de estos periodistas y de toda una comunidad merecen. La historia demuestra que, sin ella, la impunidad continuará perpetuando el sufrimiento y la injusticia.

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