Ortega y Murillo arrestan a comandante sandinista en Nicaragua

El régimen nicaragüense ha puesto bajo arresto domiciliario al veterano comandante sandinista Bayardo Arce Castaño desde este lunes. Durante décadas, Arce fue un asesor económico cercano al presidente Daniel Ortega y desempeñó un papel clave como intermediario entre el gobierno y los principales empresarios del país.

Arce, uno de los nueve comandantes que integraron la Dirección Nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en los años 80, tiene un pasado militante en la guerrilla que enfrentó a la dictadura de Anastasio Somoza en regiones como Matagalpa y Las Segovias. Tras la derrota electoral del sandinismo en 1990, se convirtió en empresario y asesor político, consolidándose como una figura central del «segundo sandinismo» a partir de 2007, cuando Ortega regresó al poder.

Durante años, Arce fue la cara del «modelo de consenso» entre el gobierno y el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), un acuerdo que se desplomó en medio de las protestas masivas de abril de 2018. La fuente cercana a Arce explicó que, con su arresto domiciliario, el ex comandante se encuentra en una situación similar a la de Henry Ruiz: en casa, pero sin libertad de acción.

El operativo comenzó la noche del domingo, cuando le retiraron la escolta que lo protegía. La mañana siguiente, fue llevado a una entrevista junto a dos de sus colaboradores más cercanos, Ricardo Bonilla y Ajax Delgado, quienes posteriormente fueron liberados. Sin embargo, Arce fue trasladado a su vivienda, donde permanece bajo vigilancia policial. La misma fuente indicó que, probablemente, por su papel histórico, no fue encarcelado en la cárcel, sino que se mantiene bajo custodia en su residencia.

Además, las autoridades están realizando requisas en propiedades, oficinas y dispositivos tecnológicos vinculados a Arce. Incluso, su hermano, Gerardo Arce Castaño, magistrado de la Corte Suprema de Justicia, fue entrevistado por la policía. La medida ha generado preocupación en sectores que ven en ella un intento de consolidar el control del círculo cercano a Rosario Murillo, la vicepresidenta y pareja de Ortega.

Analistas consideran que estas acciones forman parte de una serie de purgas internas emprendidas desde el círculo de Murillo, con el objetivo de eliminar a antiguos cuadros del Frente Sandinista. La intención sería eliminar obstáculos para mantener el poder en un escenario en el que la salud o la permanencia de Ortega en el cargo podría verse amenazada. La estrategia parece orientada a asegurar un control absoluto del aparato político y económico del país ante posibles escenarios de incertidumbre futura.