Ozzy Osbourne al borde de la muerte por cocaína e infecciones

Ozzy Osbourne, ícono del heavy metal y legendario vocalista de Black Sabbath, falleció el martes 22 de julio a los 76 años. La noticia fue confirmada por su esposa Sharon y sus hijos Jack, Kelly, Aimee y Louis a través de una publicación en Instagram, donde expresaron su profundo pesar y pidieron respeto por la privacidad en estos momentos difíciles. La familia reveló que Ozzy pasó sus últimos días en la tranquilidad de su hogar en Inglaterra, rodeado de sus seres queridos y haciendo lo que más disfrutaba: música y paz.

La vida de Ozzy Osbourne estuvo marcada por episodios que desafían toda lógica médica, legal y espiritual. Durante décadas, su existencia estuvo llena de excesos, accidentes y enfermedades que, en muchas ocasiones, lo llevaron al borde de la muerte. A pesar de todo, el artista logró salir adelante en múltiples ocasiones, consolidándose como una figura icónica del rock.

Uno de los incidentes más notorios ocurrió en 2013, cuando sufrió un grave accidente conduciendo un vehículo todoterreno. El músico se fracturó la clavícula, ocho costillas, una vértebra cervical y sufrió daños en vasos sanguíneos, requiriendo una cirugía de emergencia en Londres. Gracias a la rápida intervención de su guardaespaldas, Sam Ruston, quien le practicó RCP, Ozzy logró salvar la vida en ese momento. Sin embargo, las secuelas del accidente le acompañaron hasta sus últimos días, con dolores persistentes y múltiples cirugías que afectaron su salud y vitalidad.

Su vida también estuvo marcada por un consumo masivo de drogas y medicamentos. En 2003, se informó que tomaba hasta 42 pastillas diarias, incluyendo anfetaminas, tranquilizantes y barbitúricos, en un régimen prescrito por su médico por un tratamiento de múltiples dolencias. La esposa de Ozzy, Sharon, incluso afirmó en una entrevista que el cantante estaba «sobremedicado», incapaz de hablar o caminar sin ayuda.

Momentos de crisis emocional también marcaron su historia. Cuando Sharon fue diagnosticada con cáncer, Ozzy cayó en una fuerte depresión y, en un acto desesperado, tomó una sobredosis de pastillas. Su hija Kelly reveló que en ese estado, el músico intentó quitarse la vida, lo que llevó a que los paramédicos lo encontraran inconsciente y lo estabilizaran tras una intervención de emergencia.

En el escenario, Ozzy protagonizó varias anécdotas surrealistas, como en 1982, cuando mordió la cabeza de un murciélago en pleno concierto. Creyendo que era un muñeco, el cantante lo arrancó con los dientes, solo para descubrir que el animal aún estaba vivo y portador de rabia, por lo que requirió inmunizaciones urgentes. Además, en una de sus hazañas más extremas, se dice que inhaló una línea de hormigas durante un reto con Nikki Sixx, de Mötley Crüe, en una muestra más de su espíritu de riesgo y autodestrucción.

Su consumo de alcohol también fue legendario. En su peor etapa, admitió beber cuatro botellas de coñac al día y describió su rutina como un ciclo de desmayos y recaídas. La lucha contra su adicción y sus problemas de salud lo llevaron a ser considerado un milagro médico, especialmente tras ser diagnosticado con Parkinson en 2020, enfermedad que en sus inicios confundió con secuelas del alcoholismo.

La historia de Ozzy Osbourne es, en definitiva, una de resiliencia y supervivencia frente a adversidades extremas. Su legado, marcado por excesos y momentos de auténtico riesgo, ha quedado en la memoria de millones de fans alrededor del mundo, quienes recuerdan sus contribuciones a la música y la cultura popular.