Reino Unido despoja a Andrés del título de príncipe en medio de escándalo por Jeffrey Epstein

El Reino Unido celebra la decisión de Carlos III de quitarle el título a su hermano Andrés

La familia real británica ha protagonizado un momento trascendental tras la decisión del rey Carlos III de despojar a su hermano, el príncipe Andrés, de sus títulos oficiales. La medida, que ha generado diversas reacciones en el país, llega en medio de una serie de escándalos que han afectado la imagen de la monarquía en los últimos años.

El Daily Mirror tituló su portada con un entusiasta “¡Por fin!”, mientras que The Sun ironizó con “Andrés, anteriormente llamado príncipe”. Es importante recordar que la última vez que un príncipe perdió su título por orden de un monarca fue en 1919, durante el reinado de Jorge V.

Reacciones y contexto político

Desde el gobierno laborista, un portavoz expresó su respaldo a la decisión del Palacio de Buckingham, señalando que la misma refleja un compromiso por mantener la dignidad y la responsabilidad en la familia real. Aunque tradicionalmente la Casa Real evita pronunciarse sobre asuntos internos, esta vez no hubo objeciones públicas.

El historiador y experto en temas reales, Ed Owens, calificó el evento como “un momento verdaderamente histórico”, comparable en su impacto a hechos como la muerte de la princesa Diana en 1997 o la abdicación de Eduardo VIII en 1936. La crisis en torno a Andrés ha sido alimentada por años, principalmente desde que Virginia Giuffre acusó al príncipe de haberla explotado sexualmente, alegaciones que Andrés siempre negó pero que no lograron ser completamente refutadas.

El escándalo y las nuevas revelaciones

Desde que en 2019 Andrés anunció que se retiraba de sus funciones oficiales, las acusaciones en su contra continuaron resurgiendo, especialmente tras la publicación de las memorias póstumas de Giuffre. En ellas, detalla con lujo de detalles sus denuncias de abuso, lo que ha contribuido a la pérdida de apoyo público hacia el duque de York.

Incluso después de su renuncia al título de duque, salieron a la luz nuevas revelaciones, como el hecho de que Andrés alojó en su residencia a Jeffrey Epstein, Ghislaine Maxwell y Harvey Weinstein en 2006, durante una celebración del cumpleaños de su hija mayor. Estas noticias agravaron aún más su situación, haciendo que su presencia en la familia real pareciera insostenible.

¿Fue tardía la decisión? y qué sigue

Expertos y ciudadanos coinciden en que la decisión de Carlos III llega con retraso. Muchos consideran que debería haberse hecho hace años, ante las múltiples controversias que rodean a Andrés. Como ejemplo, Luke Whittaker, de 27 años, opinó: “Probablemente debería haberlo hecho mucho antes. No sé quién querría seguir vinculado a él”.

Por su parte, Jasmine Grenier, estudiante de secundaria, añadió: “Es positivo que la familia real asuma sus responsabilidades, aunque podrían haber actuado antes”. Desde el Palacio de Buckingham, una fuente explicó que la medida requirió asesoramiento legal y constitucional, y que el rey siguió los procedimientos adecuados.

En la práctica, Andrés, actualmente octavo en la línea de sucesión, se trasladará a la finca de Sandringham, en Norfolk, que pertenece a la propiedad privada del monarca. Aunque se esperaba que la mudanza se efectuara pronto, algunos medios sugieren que podría retrasarse hasta principios de 2026.

Implicaciones y futuro

La expulsión de Andrés busca limpiar la imagen de la monarquía y alejarlos de los escándalos que los han perseguido. Sin embargo, muchas incógnitas permanecen. El biógrafo Andrew Lownie advierte que el duque aún podría enfrentarse a procesos jurídicos, especialmente tras investigaciones policiales en Londres relacionadas con las acusaciones de Giuffre y la supuesta solicitud de Andrés para obtener información que desacreditara a su acusadora.

Grupos antimonárquicos, como Republic, han anunciado que estudiarán la posibilidad de promover nuevas investigaciones legales contra el príncipe. Además, el debate sobre el control parlamentario de la monarquía ha resurgido, con figuras como la diputada Rachael Maskell proponiendo leyes que permitan al Parlamento retirar títulos nobiliarios a quienes los posean, en busca de mayor transparencia y responsabilidad.

Mientras tanto, la familia real continúa enfrentando los desafíos de mantener su imagen en un momento en que la opinión pública exige mayor rendición de cuentas.