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Rusia mantiene presencia en Svalbard con ciudad minera en territorio noruego: la singularidad de Barentsburg

Escrito por radioondapopular
agosto 11, 2025
Rusia mantiene presencia en Svalbard con ciudad minera en territorio noruego: la singularidad de Barentsburg

Barentsburg, una ciudad minera rusa en territorio noruego

En el corazón del archipiélago de Svalbard, al norte de Noruega, se encuentra la pequeña ciudad de Barentsburg. A simple vista, parece una localidad con fuerte presencia rusa: un busto de Lenin vigila la plaza principal, y las señales públicas están escritos en cirílico. Murales y pancartas rinden homenaje a científicos y artistas rusos, mientras que la bandera tricolor ondea en los edificios cercanos a la compañía minera Arktikugol. En sus tiendas, se venden productos típicamente rusos, como pepinillos, pescado enlatado y refrescos. La ciudad también alberga numerosos institutos científicos rusos, y en uno de ellos, dos geólogos explican que visitan cada año desde San Petersburgo para realizar investigaciones en la región.

Una peculiaridad geopolítica en territorio noruego

Aunque pueda parecer parte de Rusia, Barentsburg no pertenece oficialmente a ese país. La ciudad es una excepción en el territorio noruego, ya que Svalbard es un archipiélago bajo soberanía noruega, regido por un tratado que entró en vigor en 1925. Este acuerdo otorga derechos a ciudadanos y empresas extranjeras, en particular para explotar recursos naturales, como el carbón. Desde los años 30, Rusia ha estado involucrada en actividades mineras en la zona, aprovechando las oportunidades que ofrece el tratado.

El control noruego sobre Svalbard es indiscutible, pero las relaciones internacionales en la región se han tensado en los últimos años. El primer ministro noruego, Jonas Store, celebró recientemente el centenario del tratado en Longyearbyen, la capital del archipiélago. Sin embargo, algunos funcionarios de inteligencia occidental temen que la presencia rusa en Svalbard pueda ser utilizada para fines estratégicos, especialmente en el contexto de las crecientes tensiones en el Ártico. Rusia ha incrementado su atención en esta región, en parte debido a los conflictos en Ucrania y a la militarización del Ártico.

Impacto en las ciudades y su población

Para los residentes de Barentsburg y Pyramiden, la ciudad minera más pequeña y cercana, la situación se ha vuelto cada vez más complicada. La población de ambas localidades ha disminuido drásticamente desde el siglo pasado, pasando de casi 2,000 habitantes a unos escasos 340 en la actualidad. La mina de Pyramiden, que produce carbón de baja calidad para uso local, no genera suficientes beneficios y sus emisiones contaminantes afectan los glaciares cercanos.

Muchos rusos, incluidos aquellos que se identifican como liberales o que trabajaban en la minería, han abandonado el lugar. Algunos se han trasladado a Longyearbyen, a unos 40 km de distancia, debido a las dificultades y riesgos que implica la situación política actual. La denuncia pública de la guerra en Ucrania, por ejemplo, ha provocado que algunos residentes se vuelvan incómodos o incluso peligrosos en Barentsburg.

Las restricciones para los habitantes rusos que desean viajar desde Longyearbyen también son evidentes. Algunos aseguran que fueron registrados a su llegada y que tuvieron que votar en las elecciones presidenciales bajo supervisión, lo que refleja las tensiones existentes en la región. La situación ha llevado a un creciente aislamiento, aunque todavía hay quienes aprovechan la belleza natural del archipiélago, como los osos polares, morsas y ballenas, para practicar senderismo y esquí.

Relaciones y símbolos en una región en tensión

El gobernador noruego de Svalbard, Lars Fause, supervisa las localidades bajo control noruego, pero las relaciones con las comunidades rusas son cada vez más frías. Aunque no se reportan incidentes graves, las autoridades noruegas desaconsejan ahora la visita a estas áreas por motivos de seguridad. Sin embargo, aún algunos turistas y deportistas cruzan las fronteras para disfrutar de la fauna salvaje y la arquitectura soviética, como el famoso edificio de la Estela, construido en 1974, que se promociona como el “rascacielos más septentrional del mundo”.

Las relaciones durante la Guerra Fría fueron más amistosas, con intercambios y festividades compartidas. Hoy en día, los símbolos militares y religiosos, como cruces ortodoxas y banderas soviéticas, han reaparecido en algunos lugares. Los rusos pueden ingresar a Svalbard sin visado si viajan en barco desde Múrmansk, y algunos religiosos ortodoxos han realizado visitas en los últimos años, reforzando la presencia cultural rusa en la zona.

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